lunes, 12 de junio de 2017

La España vacía. Viaje por un país que nunca fue -I- Sergio del Molino

“¿ Quién te cerrará los ojos tierra,
cuando estés callada?”
                    José A. Labordeta
            Aprovechando que este ha sido el último libro del curso a leer en  el Club de Lectura de la UNED de Teruel, al que sabéis que pertenezco, quiero realizar un breve resumen de él, para luego, en la tercera parte, mostraros la parte vital del tema del libro, que consiste en ir a recorrer estos pueblo, ya medio ,o totalmente abandonados.
            El mismo autor, Sergio del Molino, sostiene que con su literatura quiere escuchar el silencio y que este ensayo sobre la despoblación de España trata sobre todo del silencio.
            Sí, el silencio que percibes cuando vas recorriendo las aldeas, el silencio que aprecias al encontrarte con un paisano que no te ve, pero que sabes  que su cabeza está llena de recuerdos y nostalgias, los  que rumia continuamente para sentirse vivo y no oír el ruido seco y herrumbroso de otra llave errando  la puerta de  casa,  al unísono que el del traqueteo del carro arrastrando a duras penas los pocos arreos que pueda transportar en este viaje a la idealizada ciudad, aunque en su corazón adviertan que es un viaje metafórico a la nada y más tarde al no existir.
            Luego, sí puedo afirmar que cuando logras que salga de sus pensamientos, te va a contar todo eso que tú  quieres escuchar. ¿Cómo se ha llegado a esta situación?¿De tantos vecinos que había en el pueblo, cuántos están vigilantes todavía aunque sea desde el camposanto? Y él te  hablará y hablará porque tiene ante sí un ser humano con el que puede conversar sobre sus pensamientos más íntimos.
            El autor apunta que: 
“Hay dos Españas, pero no son las de Machado. Hay una España urbana y europea, indistinguible de cualquier sociedad urbana europea, y una España interior y despoblada que ha llamado España vacía La comunicación entre ambas en difícil pero la una no se entiende sin la otra”.
 La confrontación entre una España rural y una España urbana es anterior a la Revolución Industrial y a cualquier éxodo campesino. Viene desde tiempos atávicos. Siempre ha existido desde antaño la lucha entre el pueblo y la ciudad. La civilización frente a la barbarie, lo que se creía más fino contra lo rústico.
            Pero yo lo que me pregunto es  ¿dónde está la verdad en su esencia?
            Recordemos aquel “¿Qué descansada vida la que huye del mundanal ruido y…” de Fray de Luis de León. ¿Y vuelvo a interrogarme:¿ qué es mejor el pueblo o la ciudad?
            Los habitantes de la España vacía se sienten abandonados a su suerte. Ocupa el 53% del territorio pero solo vive el 15´8% de la población y quitando Madrid, solo hay dos ciudades a destacar: Zaragoza y Valladolid. Sueñan con revivir, gracias a los emigrantes, pero la España vacía nunca estuvo llena.
            Soria, Zamora y Teruel ya hace tiempo que pelean por cambiar su destino bajo los lemas “Soria, ya”, “Foro de Zamora” y el famoso “Teruel, existe”, grito por el que ya se le conoce en todo el mundo mundial. Movimiento ciudadano democrático y asambleario de lo cual puedo dar fe en persona de todo ello.
            Aunque ahora hay políticos que se están dando cuenta de este problema, muchos otros les han precedido, como el alcalde del pueblo de Aguaviva (Teruel) que  viajó hasta los confines de Argentina para negociar planes  con las personas que quisieran venir a España. Innumerables pueblos han dado trabajo y casa a inmigrantes a cambio de niños en la escuela o la apertura del teleclub o la tienda del pueblo.
            Actualmente un grupo de profesores de la Universidad de Zaragoza fundó el Instituto Celtiberia de Investigación y Desarrollo Rural con sede en Teruel, integrado por las provincias de Guadalajara, Cuenca, Teruel, Toledo, La Rioja, Burgos y el interior de Castellón y Valencia. Zonas frías la mayoría pero con habitantes fuertes y llenos de energía que son conscientes de que esta sangría humana hace mucho que empezó y nadie lo remedió.
            En la época de la Dictadura franquista se hicieron políticas dirigidas a su abandono, esencialmente con la obsesión por los pantanos en hermosos valles repletos de gente que vivían agarrados a sus terruños, vigilantes de sus ríos y  montes, fuentes inagotables de su supervivencia, ero tuvieron que salir de sus pueblos poco a poco y en silencio porque les faltó trabajo, los expropiaron o la misma ciudad los hizo sucumbir.
            Todos hemos oído anécdotas de los últimos habitantes de estos pueblos, o leído libros como “Tiempo de silencio” de Martín Santos ,  “El disputado voto del Sr. Cayo”, obra de Miguel Delibes llena de verdad y poesía o los “Santos Inocentes”, “Las ratas” u otras de larga trayectoria como “La familia de Pascual Duarte” de Cela.
            Algunas de estas novelas han sido llevadas al cine. Esta semana, por ejemplo, volvieron a pasar “El disputado voto…” por televisión y tengo que decir que me sigue  pareciendo mítica  y tan emocionante como entonces, a pesar de haber pasado décadas desde su estreno.
            La España vacía está presente en los ritos, leyendas y tradiciones  domésticas al igual que en la literatura. Por eso, dice Sergio del Molino que no es un territorio ni  un país, sino un estado mental.
 Y la obra literaria que nos llegó al alma a toda una generación despertando nuestras conciencias fue “La lluvia amarilla” de Julio Llamazares donde se narran las vivencias del último habitante de la aldea de Ainielle.
            También contribuyó a ello en los años 90 del siglo pasado, la serie documental “Un país en la mochila” en la que el protagonista, José Antonio Labordeta, con su socarronería y campechanía recorría los pueblos más perdidos de España, extrayendo de cada uno la belleza más escondida y todo ello con un gran respeto hacia todos los personajes con los que se encontraba, donde  la pobreza y la  dignidad se daban la mano, acariciados por la poesía y autoestima, propias de su sabiduría popular y autodidactas
             Sergio del Molino nos refiere en la historia de las Hurdes, la teoría del aburrimiento, es decir, al vivir en una zona donde no puedes dar rienda suelta a tus capacidades, tu alma se llena de histeria y odio. Este hecho explicaría el crimen del alcalde de Fago, los de Puerto Hurraco o el crimen de Cuenca que llevó a la pantalla Pilar Miró.
            Es lo que él llama la teoría de la “privación sensorial”, la soledad del invierno, las largas tardes sin conversación, la falta de esperanza…
            Haciendo un recorrido por autores, obras y diferentes proyectos y experiencias vividas a lo largo de los años, Sergio del Molino llega a la conclusión de que “la España vacía existe, permanece sin remedio,  siendo imposible ya llenarla. La España vacía se ha vuelto presencia en la España urbana”.
           Ha hecho un ejercicio de indagación en esa herida abierta entre dos construcciones sociales: la gran ciudad, moderna y masificada y la desolación paisajística y demográfica de los pueblos. En concreto, de los pueblos situados en una zona definida del interior peninsular, que él ha denominado “La España vacía”, que está formada por Extremadura, las dos Castillas, Aragón y La Rioja y que contrasta con la otra España, la exterior.
            Y aún se hace otra pregunta ¿es posible que desde las capitales se vea lo rural como algo salvaje, violento y aún sin civilizar? ¿Es, a su vez, el urbanita para los habitantes de los pueblos alguien que ha perdido la pureza de la vida en el campo?
            Podemos considerar el libro-ensayo interesante, con la exposición de una buena ristra  de datos,  con una conexión dudosa entre ellos en algún momento, que luego tú puedes ampliar, pero a veces me ha recordado un tratado de Geografía y tal vez algo deslavazado, perdiéndose por las ramas sin un hilo conductor.
            Nos lleva desde la película “Tierra sin pan” de Buñuel en “Las Hurdes” (sobre si su contenido es real o un montaje parece que todavía hay dudas) hasta los Marineros de la Institución Libre de Enseñanza en las Misiones Pedagógicas pasando por infinidad de aconteceres. Hay momentos en los que nos abruma pero se lee rápido y se puede aconsejar como un documento para entender mejor las dos Españas.

¡¡Demasiada erudición quizá!!

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