martes, 30 de mayo de 2017

Entre “descerebrados” anda el juego-II-

Los Crónica y mi brazo “loco”
Ya me he cansado de hablar del cerebro y deseo cambiar de escenario, así que me lanzo al vacío para llegar al nuevo cuadro, bajo el eslogan: “las estructuras cambian, las esencias permanecen”, perteneciente a la serie: Recuperación.
Seguimos con los Crónica. En este caso, el conjunto es el que configura la narración. Descontextualizan imágenes contemporáneas situándolas junto a las “clásicas” para ofrecernos una composición diferente y, sobre todo, una interpretación y un significado distinto de lo que aparenta.
Contemplo la obra de “El caballero de la mano en el pecho”, originalmente pintada por El Greco, que los Crónica reinterpretan y lo presentan con el brazo derecho escondido debajo de una mesa. En esos momentos siento el temblor en el cuerpo, la inmovilidad del brazo y el descontrol de la mano. Son como los dos episodios previos que tuve al irregular desarrollo craneal que bien pudieron ser dos ataques epilépticos como aviso. ¿Pudiera ser que ese “caballero” hubiera sufrido también estos movimientos involuntarios y de ahí su blanca mano izquierda desapareciendo bajo un fondo siempre negro?
En esta mezcla de valores tradicionales y nuevas tecnologías, en las que los de mi generación ya casi nos perdemos, observamos al conde-duque de Olivares, sin caballo, ¿regenerando a una duquesa de Alba al compás de una batuta. La escena se presenta como si su tronco y abdomen, al igual que yo, estuvieran bajo un mal eterno y a través de estos mecanismos computarizados, se los curaran o más bien le trasplantaran su físico, dejando al descubierto su razonamiento y capacidad de palabra. A su vez, el Conde-Duque al igual que todos los mortales va perdiendo privilegios y honores pero mantiene su dignidad y su punto malicioso y cómplice con el espectador y con nosotras dos. Yo también pierdo libertad física pero puedo suplirlo con mi voluntad y disciplina mientras me sea posible.
Puede sonar a optimismo barato o a manual de autoayuda, pero la neurolingüística es una disciplina centenaria que no solo ha dedicado sus esfuerzos al estudio de la producción del lenguaje desde el cerebro, también a la influencia que la palabra ejerce sobre la mente. Como defendía el psicólogo ruso, Lev Vygotsky en la primera mitad del siglo XX, todas funciones mentales –pero sobre todo el lenguaje- tienen una dimensión interna, mental o computacional, que puede ser estudiada científicamente. Pensamiento y palabra son dos conceptos íntimamente unidos.
Y la eterna pregunta reciente que crea inquietud: ¿Algún día nos dominarán los robots? ¿Será más importante la máquina que el ser humano? ¿Y tendrán memoria?
En el cuadro del Equipo Crónica en el que se ve a uno de las monjes blancos de Zurbarán y parece que este personaje hace memoria observando cómo controla la escena un hombre con la cruz de Santiago, que bien podría ser un policía manejando la situación en la medida en que lo plasmado allí, arrastra una carga cultural, social y política concreta pretendiendo satirizar y desmitificar aspectos de nuestra Historia Contemporánea.
Quiero aclarar que la interpretación de las escenas pictóricas no siempre son las auténticas, sino que algunas son totalmente libres y personales para que vayan caminando juntos en el relato, cerebro-pintura.

lunes, 29 de mayo de 2017

Entre “descerebrados” anda el juego -I-

“Hoy con el Equipo Crónica y esta servidora”
Entrar en una exposición de este trío, al principio perteneció Juan Antonio Toledo, y luego durante muchos años, fue un dúo (Rafael Solbes y Manolo Valdés), llamado “Equipo Crónica”, es como abrirse a un terremoto de sensaciones o bregar en una cascada de sentimientos.
Sus trazos coloristas, sus objetos abigarrados y volando por el lienzo como si fueran collages, nos llevan a recordar nuestros libros de infancia, o más bien de nuestros hijos. ¿Os acordáis de “Buscando a Wally”? Con su observación, nos entran unas ganas locas de desenmarañar este paisaje apocalíptico aunque luego te das cuenta que todo tiene su contexto y su porqué.
Me acurruco en el suelo de la sala de exposiciones, hay un dispositivo de seguridad impresionante, pero aludo a mis mareos y a la necesidad que tengo de tomar datos y apuntes de los cuadros expuestos y parece que los convenzo. Me voy centrando y voy captando que es la historia de los momentos vividos por los pintores de una forma realista pero a la vez irónica, presentando al ser humano contemporáneo a través de imágenes extraídas de los mass-media y de la Historia de la pintura.
En el trasfondo, se advierte una alusión y la realización de múltiples guiños a diferentes artistas actuales de su época y de la conocida como Edad de Oro española (siglos XVI y XVII) creando una mezcla original y dinámica.
Estoy bajo el cuadro que anuncia la Exposición y como si se tratara de “Alicia en el país de las maravillas”, de repente, me siento dentro de él formando parte de su imaginería como un protagonista más. Ya no soy yo. Yo soy como una pirómana de emociones volando de uno a otro.
¿Y por qué esta simbiosis?
Porque mi cerebro funciona así desde hace algún tiempo. Al comenzar me parecieron hechos aislados pero más tarde, recapitulándolos, he captado el proceso de formación de los tumores cerebrales. Así que voy a realizar un paralelismo entre ambos fenómenos en esta locura mañanera.
Es como un viaje errático que parece simular un puro despropósito, una noche oscura envuelta en negras olas, pero también las podemos cambiar por olas envueltas en espuma de luces.
El cuadro se titula “Potenkim” y es exactamente la escena (en realidad, un fotograma) más famosa de la también famosa película del soviético Eisenstein que narra la bajada apresurada de la escalera por parte del pueblo llano, representado por hombres y mujeres que tras una manifestación de protesta, huyen de la represión del ejército del zar. Pero entre ellos, destaca sobre todo, una madre con un carrito en el cual se supone que va un bebé y que descienden vertiginosamente por los escalones. En dicho film se denunciaba la pobreza y miseria en la que vivían las clases populares frente a la riqueza y despilfarro de los zares.
Y yo también me caigo entre ellos, resbalando estrepitosamente por los peldaños de la escalera. Me tropiezo en los bordes, siento un fuerte mareo, y me quedo en algún momento inconsciente. La desorientación se apodera de mí como muestra esta pintura. ¿Qué hacen ahí esos soldados casi de ciencia-ficción a modo de los cuatro jinetes del Apocalipsis.
Estamos en el año 1968 y la agitación política europea en plena efervescencia. Los enfrentamientos entre policías y manifestantes, generalmente de Bellas Artes, son habituales. La policía vigila, amenaza, agrede. Para evitar la censura del contenido pero a la vez denunciar la represión policial en toda su tragedia, los autores los visten como soldados del ejército con indumentaria de otros países y no con la propia de la dictadura franquista.
Por esta razón la situación española se enmascara bajo la escena del “Acorazado Potenkim” del ya nombrado Eisenstein, revalorizando el arte con nuevas ideas pero nunca siendo complaciente con el orden establecido.
Busco en mi cabeza y me retrotrae al cuadro “Latin lover” de su fase creativa inicial, en el que se transparentan los tumores como crecimiento anormal de las células y el edema líquido producido por la presión de los mismos.
Salto a este cuadro y me encuentro con mi propio retrato. Las tintas son planas, las gamas de color reducidas para vigorizar el MENSAJE.
Rafael Yuste, neurobiólogo, madrileño pero afincado en Nueva York, tiene un objetivo preciso: descifrar los misterios del cerebro, ayudado económicamente por la administración estadounidense a través del programa BRAIN, que en inglés significa cerebro y responde a las siglas Investigación del Cerebro a través del Avance de Neurotecnologías Innovadoras.
Dice Obama, el impulsor del proyecto que es preciso obtener una fotografía dinámica del funcionamiento de nuestro cerebro para entender mejor cómo pensamos, cómo aprendemos y cómo recordamos. Una hipótesis es que haya un grupo de células, posiblemente en la corteza cerebral, que se disparen a la vez. Cuando pensamos o nos acordamos de una cosa, se enciende una llama de actividad cerebral en un grupo de neuronas en distintas partes de la corteza del cerebro.
El mundo es un reflejo de la mente. Puede que el cerebro genere un mudo virtual que es la realidad que cada uno de nosotros ve.
Imaginemos un futuro, que va a venir seguro, en que nos empecemos a comunicar con los teléfonos a través de nuestra actividad cerebral y no sé por qué no va a suceder lo mismo con la neurobiología del porvenir. Estas técnicas van a ser una liberación, van a dar lugar a un nuevo humanismo.
Rafael Yuste es un enamorado de Ramón y Cajal, dice que si no hubiera leído tanto de él, desde joven y animado por su padre, hoy no estaría donde está .
A los pocos años de su muerte, dos matemáticos estadounidenses publicaron un paper que era el comienzo de las redes neuronales. Si Cajal hubiese asistido a eso, hubiera visto que todo encajaba, hubiera sido posible relacionar la gran síntesis que él tenía en su cabeza de todas las partes del sistema nervioso con las posibilidades que dan los circuitos de redes neuronales.
Como homenaje a Ramón y Cajal, en 2005 se realizó una reunión de científicos, organizada por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Petilla de Aragón, lugar de nacimiento del investigador español. De ahí salió la famosa nomenclatura de Petilla. Esa reunión se puede considerar como precursora de todo el proyecto BRAIN. ( País Semanal)

miércoles, 17 de mayo de 2017

Relato: Carta a una madre

QUERIDA MADRE:
            Sé que esta misiva no llegarás a leerla, a no ser que alguna de tus enfermeras te la descifre. Y aun así no entenderás el significado de las palabras, serán para ti como las piezas de un puzle inescrutable. Tus pensamientos están tan enredados que ni los recuerdos vividos más afectuosos son capaces de hacerte reaccionar, deshaciendo esa enorme madeja que poco a poco se ha ido tejiendo en tu habitual lucidez.
Fragmento de la Virgen cosiendo de Guido Reni
            Cuando estamos contigo y nos miras, tus ojos son los mismos de siempre, su color, su candor, pero no chispean como antes, aunque con ellos quizás nos transmites lo que tus palabras no consiguen. Esos ojos a los que nos agarrábamos cuando de pequeños teníamos miedo, esa mirada que nos arrebujaba contra la desesperanza, que nos transformaba los días más grises en mañanas de primavera, ese destello que hubiéramos detectado entre los mil y un rayos de sol.
            ¿En qué mundos –pienso- se puede mover la mente para que en un momento determinado se pare  y olvide, no solo lo lejano sino lo más cercano y más querido?
 ¿Cómo se puede descoser en tales jirones nuestro cerebro?
Madre, me gustaría recopilar, como en un álbum de fotos, todos los retazos de nuestra historia en común y enseñártelo todas las noches a modo de cuento para que, unido a los sueños, fueras recuperando tu pasado y nunca te  olvidaras de  lo que has sido para nosotros, de lo que has sufrido, pero también de todo lo que has disfrutado
 ¿Te acuerdas?
Estábamos en la posguerra, nuestra casa era pequeña, la pecunia familiar exigua pero nunca tuvimos la sensación de escasez. Tú lo iluminabas todo, lo llenabas de fantasía y hasta la cosa más cotidiana como un paseo bajo los Arcos, nos parecía una fiesta a todos  los  hermanos. Es posible que en algún instante,  veloz como un  relámpago, te sintieses sola, porque el vínculo cohesivo que tenías en tu pueblo, donde la familia es extensa y los vecinos y amigos cercanos, te causara añoranza, esencialmente, cuando compararas todo lo material que te sobraba antes y que ahora te faltaba. Pero nos tenías a nosotros y el afecto familiar te llenaba totalmente, de eso sí  que estoy segura.
La España franquista se estaba resquebrajando, nosotros hablábamos de libertades e igualdades entre la fiebre adolescente que nos imbuía, tú callabas pero tu discurso  se resumía en que la única libertad era la del estudio, única forma de salir adelante y huir de las miserias. Y así fue. Recuerdo tu aliento frente a los exámenes y aunque decías que no entendías ya  muchos temas de los libros, siempre estabas ahí apoyando y sufriendo más que nosotros. Nuestros triunfos eran tuyos también.
¿Me viene a la memoria, cuando me acompañaste al pueblo donde iba a estrenarme como profesional, en un Seat 600 de segunda o tercera mano que me habíais comprado. Decías que te sentías  más segura en la charretera conmigo, aunque se nos quemase el motor -que así fue- que en casa dándole vueltas a mi primera travesía.

 Supuso para mí la primera separación que sufrí conscientemente -la del nacimiento no la sentí- ahora sí que iba a perder la relación simbiótica contigo. Una insoportable soledad me embargó porque ya no me abarcarías cada día con tu mirada, con tu mano en mi hombro ayudándome a seguir, con ese calor que empañaba los cristales y transparentaba mi alma en las tardes invernales. Pero también es verdad que nuestra identidad se construye a través de las pérdidas que vivimos.
Cuando nos oías argumentar sobre la liberación de la mujer, sonreías, apuntabas que tú habías llegado tarde, pero sabes que si no hubiera sido por ti, no estaríamos ahora donde estamos, en la lucha por la igualdad.
¡Qué perspectiva de futuro tuvisteis el papá y tú! Cuando a  los hijos de la mayoría los mandaron enseguida a trabajar, vosotros apostasteis por nuestro futuro.
Gracias por no dejarnos unas yugadas de tierra, sino la posibilidad de saber pescar cada día nuestro pez, tal como dice el refrán chino.
Mamá, diste colorido a nuestra vida aun en las jornadas más  sombrías pues nos hacías reír de nuestras propias pesadillas y nos agrupaste a todos los hermanos como  una piña, para que la fuerza interior explosionara en energía al enfrentarnos al mundo.
Ahora que yo soy madre también, he constatado y valorado más tu tolerancia, tu respeto, tu confianza hacia nosotros a pesar de que no entendieras algunas decisiones y me ratifico, que si de pequeña no concebía la vida sin ti, ahora confirmo rotundamente que sin una madre, huérfanos de amor y sin el referente materno, es imposible vivir.
Desde hace años, una vez al mes, voy a verte con tus nietos. Ellos te escrutan con su mirada, tú los avasallas continuamente para que te dejen jugar, te pones muy contenta porque eligen justamente tu juego favorito, “el escondite”, y así pasas casi toda la hora de nuestra estancia en la Residencia.
Yo, mientras tanto, sentada en un banco bajo un sauce llorón, el árbol que siempre me ha atraído por sus delicadas ramas, trato de analizar qué relación hay entre la búsqueda tan desesperada en encontrar a mis hijos escondidos entre las salvias y el deseo de reencontrarte con tu espíritu olvidado.
¿O lo has encontrado y lo tienes dormido porque te has cansado ya de sufrir y prefieres vivir en ese dulce paraíso infantil? No lo sé, pero te sigo viendo con la felicidad pintada en la boca… feliz.
Y yo…. Orgullosa porque sé que estás ahí dándome fuerzas y ánimos,  y más ahora en que mi situación vital es difícil.
Yo también te quiero.
 ¡!Y siempre vas conmigo¡¡ 

domingo, 14 de mayo de 2017

¡FELIZ ANIVERSARIO!

Hace 36 años -el 13 de mayo de 1981- se modificó el Código Civil declarando que el marido y la

mujer son iguales en derechos y deberes ante la ley. Hasta entonces la ley disponía que el marido debía proteger a la mujer y la mujer debía obedecer al marido.
Es un aniversario que pasa desapercibido pero es la ley más importante que se aprobó en la democracia, ya que fue la primera de otras muchas para lograr la igualdad a nivel legal de mujeres y hombres ¡BRINDO POR ELLA !
¡Ahora tenemos que seguir luchando por la igualdad real, y no permitir que volvamos a perder la legal!
Toda esta lucha tiene que ser con el hombre, siempre.

jueves, 4 de mayo de 2017

El cáncer te cambia la vida, pero… ¿Hay otras vidas?-III-

Fundación Viktor Frankl
Y un Rayo de esperanza
            Por todos los hospitales por los que he pasado debido al cáncer, incluidos los de Pamplona, ya hace más de veinte años de aquello en esas tierras, nunca he encontrado una sección de Terapia y Apoyo Psicológico para el enfermo y para sus familiares, tema que me chocaba y que echaba de menos.
Los padres de los niños de oncología de la Clínica Universitaria de Pamplona, cuando los profes nos quedábamos con ellos, sí que podían ir a hablar a un despacho pero no constaba como tal servicio. No obstante, en estos años se ha avanzado en tomar conciencia de la necesidad de respaldar, especialmente  la faceta de “cuidar al cuidador” para tengan el ánimo alto y la esperanza a flor de piel.
En Valencia, una gran amiga mía de Teruel, psicóloga, ya me habló hace tiempo de una Fundación que hacía no solo voluntariado para estos casos de enfermedad, sino que también realizaba todo tipo de actividades como conferencias, cine-forum, charlas, simposios…
Entre mi hija y mi querida cuñada se dedicaron a buscar algún sitio que nos sirviera a nosotros para relajarnos y desconectar a raticos de esta situación. En ambos casos coincidieron en la misma: la Fundación Víctor Frankl.
Pero ¿quién era este tal Víktor?
Víktor E. Frankl (1905-1997) es uno de los referentes más destacados de la psicología del siglo XX. Doctorado en Filosofía y Medicina por la Universidad de Viena, fundó la logoterapia, denominada la “tercera escuela vienesa de psicoterapia”.
En 1942, en pleno apogeo del régimen nazi, él y su familia fueron hechos prisioneros e internados en campos de concentración. Fue precisamente esta experiencia la que le llevaría a desarrollar su teoría psicológica basada en el existencialismo. Tras sobrevivir al Holocausto, fue profesor de Neurología y Psiquiatría en la Universidad de Viena y obtuvo la cátedra de Logoterapia en la Universidad Internacional de San Diego, California. Fue por todo el mundo difundiendo sus ideas, pronunciando conferencias y obteniendo diferentes galardones, premios y honoris causa.
Escribió numerosos libros de los que el más conocido es el primero: “El hombre en busca de sentido” donde nos relata su experiencia en el campo de concentración que es realmente una lección existencial y no un libro al uso sobre nazis y judíos.
Durante todos esos años de sufrimiento, sintió en su propio ser lo que significaba una existencia desnuda, absolutamente desprovista de todo, salvo la existencia misma. Él, que todo lo había perdido, que padeció hambre, frío y brutalidades, que tantas veces estuvo a punto de ser ejecutado, pudo reconocer que, pese a todo, la vida es digna de ser vivida y que la libertad interior y la dignidad humana son indestructibles. En su condición de psiquiatra y prisionero, Frankl reflexiona con palabras de sorprendente esperanza sobre la capacidad humana de trascender las dificultades,y descubrir una verdad profunda que nos orienta y da sentido a nuestras vidas.
La logoterapia, método psicoterapéutico creado por el propio Frankl, se centra precisamente en el sentido de la existencia y en la búsqueda de ese sentido por parte de la persona, que asume la responsabilidad ante sí mismo, ante los demás y ante la vida. ¿Qué espera la vida de nosotros?
Pues inspirándose en el ejemplo y en las ideas de V. Frankl, esta Fundación valenciana, integrada por voluntarios, todos, de profesiones diferentes: médicos, psicólogos, asistentes sociales, enfermeros, administrativos… trabaja con personas que se encuentran en situaciones difíciles por enfermedad, principalmente por cáncer, aunque también tienen un grupo de Fibromialgia.
 Su función es la de orientar, ayudar, llevar a cabo una serie de actividades como talleres, entrevistas, cursos, Seminarios… peo la esencial es escuchar y acompañar a los pacientes y a sus familiares en el duelo tras un suceso grave, pasando del sufrimiento a la aceptación y a la serenidad.
 Nosotros acudimos los cuatro miembros de la familia a la primera sesión. Por un lado, mi hija y marido asistieron a una terapia grupal con otras personas que se encontraban en una situación parecida y en la que participaban un oncólogo, una psicóloga y una enfermera. En mi caso he mantenido ya dos entrevistas con una psicóloga de forma individual y lo que he captado y pusimos  en común esa noche entre los cuatro, aparte de la amabilidad y del entusiasmo del personal voluntario con que te acogen, con una actitud tan positiva y cercana, es que la mayoría de las personas que acuden a la terapia, se encontraban en la primera fase de la enfermedad y yo ya tengo un amplio “curriculum” anterior y me encuentro casi en la final, en la que la posibilidad de la muerte existe a más corto o largo plazo. Por lo que hay que contemplarla como algo natural y trascendente pero no de forma obsesiva porque si hay vida, hay muerte, y viceversa.

Lo mejor es la dignidad en el vivir y en el morir y si es posible, con una sonrisa.
Yo no tengo miedo a la muerte, tampoco a luchar por la vida, pero  hay días que, como decía Antonio Gala:
 “Son los días de la casa sosegada en que uno lleva luto por sí mismo; en que uno, que era su mejor soporte, gira como el moribundo la cara hacia el muro, y se niega a seguir fingiendo ser el buen enfermo o el buen samaritano. Son los días en que uno recita el hermoso canto de viaje:
“He recorrido las pendientes  que suben y bajan,
 resistí y me fatigué en los días del pasado,
 lo deseé todo y me he despedido ya de la esperanza,
 viví y amé, y ahora he cerrado la puerta”
Son días que transcurren en la oscuridad porque no ha amanecido y tampoco es probable que amanezca
Un método que recomiendan y que aplican es el “mindfulness” basado en la meditación personal, en la conciencia reflexiva sobre sí mismo.
Por supuesto que las actividades de la Fundación no presentan una finalidad lucrativa ya que se “financian” con donativos pero, sobre todo, con el dinero obtenido por la venta de los libros cuya autoría corresponde a Víctor F. Frankl  y también a algunos de sus seguidores, junto a las cuotas que pagan aquellos que se hacen socios o amigos.
Hay que reconocer la labor de estas personas de la Fundación que ceden gratuitamente su tiempo para paliar y aliviar la soledad  en el dolor y en la tristeza de otras personas,  que sufren una angustia vital tras escuchar la palabra cáncer.
Normalmente cuando escribo lo hago de una tirada porque llevo varios días “rumiándolo” y organizándome la estructura del “post” en la cabeza, pero en esta ocasión me había detenido aquí, en este punto.
¿Por qué? Porque ante un puente tan grande me dije: “Pues yo también quiero cambiar de aires y qué mejor que venirme a mi hotel preferido y casa de reposo, el Hospital 9 de Octubre y aquí sigo ingresada en este momento, haciéndome numerosas pruebas, con chutes altos de corticoides y “banquetes vampíricos” y con el objetivo de rebajar la elevada anemia que arrastraba ya antes de ingresar en el hospital y poder seguir con la quimioterapia.
Mientras que el oro rojo entraba por mis venas, pensaba en cuántas personas habían contribuido a ello, unos de forma altruista, otros posiblemente por motivos económicos, pero gracias a estas donaciones se nos salva de la inanición.
No quiero hacer propaganda de los donantes, pero está muy bien que cada vez se vea con mayor claridad la realización de estas donaciones, especialmente en el caso de los órganos que permiten que otras personas vivan. Entiendo a las familias que no quieren y también a las que aceptan que otros vivan gracias a que sus hijos, maridos o hermanos no pueden. Yo, desafortunadamente, no podré donar ni las pestañas. Ojalá que pudiera dar todos mis órganos porque eso implicaría que estoy sana y “camanduleando” por la vida que es algo de lo que más me ha gustado. En estos “duermevelas” que se producen en los hospitales se sueña pero estos sueños, como ocurre siempre, se olvidan a la mañana siguiente, pero el que tuve hace un par de días no se me olvidó y se me quedó grabado en la memoria. En el fondo me pareció maravillosa la vivencia soñada.
Se trataba de una especie de instalación artística, no sé si una mezcla de exposiciones que he visto o inventadas por mi subconsciente. Se encontraba en una sala blanca, grande, rectangular y desde una esquina iban saliendo cubos que se alargaban conforme se acercaban hacia mí. Ahí podía distinguir caras de familiares y amigos que me decían frases o me hacían gestos llenos de complicidad y que yo comprendía, aunque a veces si eran hablados, se oían como un eco lejano o una voz distorsionada, como estas:
-         Querida Carmen…
-         Guerrera de la luz
-         Tú puedes…
-         Mami, te quiero
-         ¡Maña!
-         ¿Qué tal, mamá?
-         Cuídate…
-         UFA
-         Compañera del alma…
-         Amiga mía… y muchísimas más… 
Se acercaban y se alejaban rápidamente era una comunicación directa y sincera, pero… SORPRESA:
 Al final de todas ellas, se vislumbraba a dos personas juntas y eran
ERAN… mis padres, pero ellos no llegaron hasta mí sino que se alejaron un poco. Yo creo que no querían que ocurriera como en la “Conversaciones con Bacon” que yo deseaba que me cogieran de la mano, pero ellos me soltaban, preferían que estuviera aquí. En esta ocasión me hacían gestos de saludo, me lanzaban besos al aire y si yo intentaba acercarme a ellos, se alejaban. ¡Cuánto los echo de menos!
 Aun ahora si tengo algún problema, siempre me imagino que me refugio en su casa como cuando era joven.
 De repente, todo desapareció y me quedé en la penumbra hasta que desvié la mirada hacia la ventana y por las cortinas, aunque era de noche, vislumbré un  rayo de luz, un rayo de esperanza para iluminar, como diría San Juan de la Cruz, la noche oscura del alma.
 Después de todo esto,  ya que puedo escribir, qué puedo decir…
Pues que me parece bien que personajes famosos como Pau Donés o Bimba Bosé hablen del cáncer para que las personas lo vean como algo natural y que no es que afecte según el sexo, dinero o clase social, sino que nos puede tocar a cualquiera. Pero es que estas personas, entre las que me incluyo yo, tienen tantos recursos y apoyos que da vergüenza el que haya tantos otros que carezcan de ellos. A veces, no tienen ni con quien dejar a los hijos para ir a los tratamientos. En estos casos se trata de una desprotección social y esto es una reflexión personal al respecto igual que la eutanasia o el derecho a morir con dignidad.
 Te dicen, hay que  llevar la vida normalizada, la de siempre. Y yo  lo intento día a día también. En el escrito “Alas de la vida” de Carlos Cristos y llevada al cine por Antonio Canet, se recrean los últimos días de este médico que sabía que iba a morir pero mantenía su rutina habitual. Dicen que los corticoides empeoran el genio y sin embargo, a mí me producen ternura y para nada, rabia o hartazgo porque ante esta situación, reflexiono siempre y me digo: “Peor sería que les ocurriera a mis hijos”.
De igual forma, nos ayuda pensar que si te curas, la vida te da una prórroga y hay que saber aprovecharla. A mí me ha dado hasta ahora cuatro y yo misma doy fe de que las he disfrutado aunque existan momentos tristes hay que estar siempre a favor de la vida, hay que vivirla.
“Si no se puede cambiar una situación que produce sufrimiento, lo que sí se puede escoger es la propia actitud”                                        Viktor E.Frankl
Sin olvidar que…
Siempre, siempre,
Más allá, hay un rayo de esperanza