jueves, 22 de junio de 2017

LGTBI+

A ti, a ti, a ti…y también a ti,
 amigos y amigas
que habéis vivido en el silencio tanto tiempo,
 y que ahora cual adalides de la historia,
abrís caminos hacia una sociedad más libre e igualitaria.
¿¡GRACIAS!!
Durante todo este mes, estamos oyendo y viendo en los medios de comunicación los actos lúdicos y de otro tipo que se están preparando para recordar a la sociedad,  el derecho a la igualdad y la no discriminación por la orientación sexual o de género de todos los ciudadanos. 
Y en concreto, me refiero al colectivo LGTBI+: lesbianas, gais, transexuales, bisexuales e intersexuales.
El Parlamento de Navarra, valiente él, ha publicado un decreto dentro de la Ley Foral de Igualdad defendiendo la equidad y el respeto, pero una equidad real y efectiva de los derechos de las personas en todas las esferas: civil, laboral, educativa, económica y cultural. Y además en todas las  etapas y contingencias de la vida.
Añadiendo una reparación de los derechos cercenados y una serie de acciones de reconocimiento a los colectivos históricamente segregados; reafirmando la diversidad como un valor añadido, esencialmente dirigido a los más jóvenes por su mayor vulnerabilidad.
¡¡Ojalá hubiera más leyes forales  en otros lugares!!
Lo que piden no es un capricho, es un derecho y por lo tanto, hay que respetarlo y si no lo entiendes, a lo mejor es el momento de cambiar el “chip” o formatear el disco duro cerebral.
Como se dice y se habla tanto, yo quiero decirlo con poesía y dedicarles un poema de E.J. Malinowsky  que me envió hace muchos años José María Pérez Calvo, profesor de Filosofía en el antiguo Instituto Ibáñez Martín de Teruel y perteneciente a la 2ª hornada de la Generación Paulina. La pena es que casi nunca se le nombró porque  quizá no tenía el “glamour” de los primeros pero que, como profesor y amigo, nos hizo pensar, plantearnos los dilemas de la vida y ser más críticos ante el mundo. Todo ello a través del cine-club que él organizó y dirigió, en sus interesantes clases, en sus conversaciones, en sus paseos… Gracias, José María, te seguimos recordando mucho y muchos.
Y a todos vosotros que conscientemente o sin saberlo, formáis parte de este colectivo por abrir una ventana hacia el aire fresco de la de la igualdad.
Gracias. Ánimo y a seguir luchando.

AHORA
Ahora es el momento de hacer lo que más quieres.
No esperes al lunes, ni esperes a mañana.
Que no aumente ante ti la caravana
de sueños pisoteados. Ya no esperes.

No reprimas por miedo o cobardía.
No postergues la vida con más muerte,
y no esperes más nada de la suerte
que no hay más que tu tesón y tu energía.

Si tu sueño es hermoso dale forma
como esculpe el arroyo la ribera;
como el viento que vive y se transforma.

Y para que todo resulte a tu manera,
redacta para ti mismo tu norma
y convierte tu otoño en primavera.
                             E.J. Malinowsky

martes, 20 de junio de 2017

La España vacía. Viaje por un país que nunca fue -III- Sergio del Molino

  
“Somos igual que nuestra tierra,
  suaves como la arcilla,

duros del roquedal”

J.A. Labordeta
    
             Después de leer el ensayo de Sergio del Molino y los diferentes trabajos e investigaciones que se han llevado a cabo sobre la despoblación,  y los numerosos proyectos que se plantean para la solución de este problema, proyectos que luego serán difíciles de aplicar a la realidad debido a muchas razones, entre otras, la ambigüedad política o la falta de recursos, vamos a pasar a tratar el aspecto más humano y próximo a los sentimientos que como personas apreciamos y  vivenciamos.
            ¿Cómo? Pues leyendo algunos relatos de los últimos pobladores de estos lugares, hoy  casi vacíos o  asolados del todo y, si tenéis tiempo y ganas, haciendo el camino hasta ellos, pisando y pateando los mismos senderos por donde caminaban sus antiguos habitantes.
            Voy a contar en síntesis cuatro de ellos por los que yo he andado y que, por lo tanto, se pueden realizar fácilmente aunque, es posible que en algunas zonas haya zarzas interrumpiendo el paso y, sobre todo, comiéndose a dentelladas  las casas derruidas del pueblo; otras, sin embargo, es posible que estén más restauradas que en el momento en que yo las visité porque antiguos vecinos suelen juntarse ocasionalmente, a veces una vez al año, e intentan volver a darle vida a lo que fue su pequeño terruño, el legado de sus ancestros donde se encuentran sus raíces familiares, como en el caso de Ainielle.
 Podéis conocer estas rutas desde el link de este blog “El hilo de tender” porque se encuentran anotadas en la parte superior y porque están enlazadas a cada uno de los epígrafes de esta entrada.
Resultado de imagen de fragor del agua portadaEspero que os ilusionen  y os animéis  a realizarlas.

           Nada más empezar a leer el libro, en la 1ª página, ya te ha conquistado la vieja que baja desde La Umbría a Castelbejal con el ataúd de “su” Próspero a lomos de la mula Rosa para darle cristiana sepultura.
A mitad del camino, en la Algecira, se encuentra con la “Purisma” en la ventana. Entre ambas se inicia un diálogo totalmente surrealista porque ambas saben que no se verán más. La Concha no sale de casa y la vieja decide que ya siempre, a partir de ahora, dormirá en el cajón  para que nadie tenga que subir a la masía y tener que bajarla como ella a “su” hombre.
            Prosigue el camino la vieja empezando un “diálogo” realmente mágico y muy entrañable con Próspero, siguiendo un árido sendero perfilado por la Carcama. Estos vecinos de las masías, los masoveros, son gente sencilla, sobria, de pocas palabras pero de gran honestidad en sus promesas y en el fondo con un gran conformismo ante el expolio interior y exterior que están sufriendo.
Hay tantas historias de esa época… ¡¡Tantos sueños rotos!!

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Este autor tenía  mucha relación con Teruel  y dentro del  programa de Animación a la Lectura, también estuvo en el Instituto donde empatizó rápidamente  con el alumnado. Era tan sencillo, tan humano que parecía al abuelo contándoles a sus nietos los sueños de estos caseríos  enmudecidos desde hace tiempo, los caseríos de esos 40 pueblos en las tierras altas de Soria, sufriendo el vértigo de los  vientos milenarios, el susurro del pasado atávico y hondo. Veréis que está dos veces  el recuadro de “La Sierra del Alba”, pero uno es el viaje en general donde hubo una coincidencia que parece más bien sacada del mundo del tercer Milenio. En El Vallejo el protagonista pierde la noción espacio-temporal por la noche y por  sus múltiples sonidos de caminos. A nosotros nos pasó igual y  en en el mismo cruce, dentro del silencio infinito de esa inmensa soledad.
La “otra” Sierra del Alba cuenta tan solo una anécdota que nos recuerda Avelino: la maestra María  plantaba un geranio en la escuela por cada niño que  se iba a la emigración, y les hablaba y los mimaba como si sus palabras y consejos pudieran llegar hasta ellos. Cada vez había más macetas que niños.
Una noche de temperaturas heladoras salió de su casa hacia  la escuela para taparlos de tal manera que no llegaran a helarse. A la mañana siguiente, la encontraron muerta de frío, agarrada a los geranios pero tapados con su toquilla.

José de la “Casa Rufo”, último vecino del pueblo de Ainielle, después de la muerte de su mujer, Sabina, nos va deshilvanando sus nostálgicos recuerdos dentro de una locura delirante y como protector que es de las raíces finales de su pueblo, adentrándose en un maravilloso viaje interior dibujado de nuevos sentimientos y sensaciones.
Cuando estuvimos en Ainielle, mis hijos eran pequeños lo que demuestra que  aunque haya que dejar el coche en Oliván y andar por estrechas sendas, es fácil llegar hasta el pueblo.
Quizás ahora lo de acceder puede que sea más difícil porque ya entonces las calles se encontraban atrapadas por las ortigas y las zarzas pero aún así pudimos entrar y distinguir la escuela con su pizarra medio descolgada y con esas frases que a los chicos les encanta escribir cuando tienen tiza y nadie les dice nada.
Logramos arribar al cementerio que se encontraba pegado a la iglesia como corresponde a lo largo de la historia. En el templo solo se mantenía en pie el altar y una capilla, todo ello bajo un techo hundido que nos reflejaba el sol de la Castilla del Cid en su destierro (“Polvo, sudor y hierro el Cid cabalga”) o las palabras de nuestro Labordeta en una canción (“Polvo, viento niebla y sol…”).
Resulta curioso que por parte del autor, Julio Llamazares, pusiera el nombre de “Ainielle” al pueblo de su relato cuando en realidad se inspiró para ello en la localidad de Sárnago perteneciente a la Sierra del Alba. En un museo etnológico que hay y  puesto en marcha por los veraneantes, se explica dentro de un marco el origen en su pueblo en “La lluvia amarilla”.
 Libro de indispensable lectura y reflexión por ser el 1º en tratar el tema de la desolación y abandono del mundo rural y desde un punto de vista tan entrañable y humano. Tuvo un gran éxito, tanto que él y su autor  son inseparables ya  en toda memoria colectiva.

José, hombre de una peculiar sabiduría sin atadura de libros y con unas habilidades propias de un ingeniero de la Naturaleza.
Severino lo conoce y decide ir siguiendo las estaciones del año junto a él. ¿Qué trabajos realiza en cada una? ¿Cómo cambia el campo  según las diferentes fechas del calendario? ¿La tierra agradece este vivir para ella?
El protagonista solo ha salido de  la Mula, su masía, que se encuentra dentro del término de La Fueva, cerca de  Aínsa donde va a comprar diferentes productos los martes, cuando marchó fuera de su hogar para ir al servicio militar y una vez al hospital de Barbastro donde lo ingresaron por encontrarse enfermo.
Vive con su hermana Pilar a la sombra de la Peña Montañesa (1.037 m) y un poco más abajo, su hermano Manuel junto a su mujer, Olvido.
Cuando llegamos nosotros, ambas mujeres vivían solas, los hombres ya habían muerto y ellas se mantenían como las matriarcas del Pirineo.
Olvido es la que cuida más de Pilar, se mueve como las cabras  por los riscos de las montañas y es más extrovertida. Todavía sirve el trueque como sistema de comercio entre las masías de la zona. En nuestro caso lo practicamos con fruta fresca y Olvido nos regaló cucharas y cucharones  de madera que “su” Manuel tallaba mientras  cuidaba las ovejas.
El nombre de Olvido tiene en esos lejanos montes un sentido auténtico y junto a Pilar no queremos olvidar a estas mujeres que habitan en ese mundo de belleza natural pero muy duro sobre todo en invierno.
Un mundo tan especial y con personajes tan  atractivos y sencillos como estas dos grandes mujeres.
¡Cuánto nos perdemos desde las ciudades!
 (A Pepe Silvestre que plantaría con todo rigor y objetividad el abandono de los pueblos, en el Club de Lectura de la UNED, en su última sesión de este curso)

DÍA DEL REFUGIADO



martes, 13 de junio de 2017

La España vacía. Viaje por un país que nunca fue -II- Sergio del Molino

“Siempre te recuerdo vieja,
nunca te podré olvidar,
eternamente paciente,
Zurciendo la eternidad”
                           José A. Labordeta
            Ríos de letras se han esparcido por los áridos campos desérticos de la despoblación, unos referentes a los Proyectos políticos, otros a base de Literatura pero con un fondo real y lo que se quiere de verdad es que este patrimonio material e inmaterial, no se pierda.
          Pilar Edo y Emilio Benedicto del Centro de estudios del Jiloca han estudiado hasta 260 construcciones de hábitat rural  disperso, desde masadas a caseríos, torres, y ventas de carretera entre el siglo XVIII y 1950 en el Valle del Jiloca,  desde Cella a la desembocadura en el Jalón.

          Las ventas que estaban ligadas al transporte y a la atención de viajeros,  sin olvidar la explotación agropecuaria, podrían volver a tener  un uso turístico y cultural  al encontrarse en parajes naturales de gran belleza y al lado de carreteras y caminos. Alguna de ellas puede verse todavía a la orilla de la carretera  N-234 (Sagunto-Burgos) a su paso por el valle del Jiloca.
       Se apuesta porque se integren como elementos patrimoniales en las numerosa rutas culturales y deportivas que tiene el Jiloca, entre ellas la red  de senderos locales, la ruta del Cid o el camino de la Veracruz.
            Junto a estas reflexiones podemos apuntar también a la Exposición fotográfica “Masadas, Signos”, las 55 imágenes  acompañadas de textos de José Giménez Corbatón que recogen elementos y detalles de distintas masías de las comarcas turolenses de Andorra-Sierra de Arcos y Gúdar-Javalambre y que juntos recomponen los distintos espacios de una única masada.
            “Una historia de perdedores”. El autor de las fotografías, Pedro Pérez Esteban, explica que la muestra ofrece “un relato triste” acerca de estas construcciones, pues habla del éxodo del mundo masovero a la ciudad y del abandono de estos edificios agropecuarios. “Es una historia de perdedores”, señala, al tiempo que recuerda la emoción que despertó en él descubrir “el mundo de supervivencia” que representan las masías, mundo que no se  puede permitir que desaparezca.
 “Masada. Signos”, imágenes de un pasado que se desdibuja de cara al futuro son imágenes que no muestran edificios sino detalles de los mismos, se centran en la esencia de los hogares ya abandonados y en las huellas que sus moradores dejaron. Una vieja colmena, dos sombreros de paja sobre un poyete o unas patas de gallo para ahuyentar el mal agüero… que nos recuerdan las cosas que eran importantes en el día a día de los masoveros.




            Al filo de estas investigaciones, el Centro de Estudios Locales de Alcorisa (CELA) ha desarrollado desde 2012 un proyecto en torno a las masadas y masoveros que ha permitido mostrar la importante actividad que hubo en estos núcleos de población del municipio. Su último trabajo –enero de 2015- que salió a la luz, Recuerdos de un pasado reciente. Catálogo de las masadas de Alcorisa, es  un libro en el que se ha conseguido documentar el patrimonio de estas construcciones, todavía en pie, y que suma un inventario de casi cien masadas del término municipal y alrededores.
            Y por supuesto, no podemos dejar de mencionar el libro “Territorios abandonados. Paisajes y pueblos olvidados de Teruel”, elaborado por dos profesores de la Universidad de Valencia, Luis Romero y Antonio Valera, en el que se recogen a modo de atlas 27 núcleos de población abandonados de la provincia turolense con el propósito de saber si se pueden reanimar, reivindicándolos para la memoria histórica, recogiendo objetos que sus habitantes dejaron en su huida y que son restos y a la vez símbolos de su vida cotidiana. Al mismo tiempo se hacen rutas senderistas para que la gente las pueda realizar y, de paso, conocer más nuestra provincia, dentro de la plataforma ubicada en el Jiloca “SOS Mundo Rural Aragonés”,  mostrar lo que hay y a partir de ello, poner en marcha iniciativas de restauración  o reconversión.
            El trabajo de campo de dos años se traduce en la recogida de un copioso material con más de 2000 fotografías, mapas y documentos varios hallados en los núcleos deshabitados con más de 200 habitantes.
   Especial atención han dedicado a las escuelas con los últimos dibujos y frases de sus moradores, sus pizarras escritas, sus libros, periódicos…que allí se guardaban, embarrados a veces o tirados por el suelo. Su idea es que una vez examinados y analizados por los autores, depositarlos en el Museo Pedagógico de Aragón. Serán pueblos deshabitados pero no quiere decir que sean invisibles.
            Los autores del trabajo dividen los “abandonos” en tres apartados:
1- Por la crisis de la agricultura y la ganadería tradicional, como el pueblo de Cañigral,  en el que yo estuve hace muchos años de monitora en unos campamentos y que presentaba un “vacío total” aunque luego se repoblase con artistas neo-rurales que aprovechando las casas todavía en pie, montaron sus talleres aunque hoy han desaparecido. Cuando volví al cabo de los años para recordar… la tristeza se había apoderado de sus calles,  y la miseria y las pulgas, también porque nos fuimos llenos de ellas ja, ja, ja. Aunque también detectamos el encanto que rodeaba todo el  pueblo con su plaza grande para las fiestas y sus dolinas, obra mágica de la Naturaleza.
            Triste es también la historia de la Casa Grande de Escriche, la Baronía con su grandeza histórica y con el poblado anexo, hoy prácticamente desaparecido.
            2.- Por la crisis industrial o minera como las minas de Portalrubio o la central térmica de Aliaga, una de las mejores muestras de patrimonio industrial de la provincia.
            3.- Por motivos forzosos, al igual que ocurrió con el pantano de Santolea al construirse el pantano que lleva el nombre del pueblo absorbido por sus aguas.
            De los últimos datos que se van dando sobre este tema, el 11 de marzo de 2017, el periódico El País nos sorprendió con un amplio reportaje sobre nuestra provincia bajo el título de “La Laponia española”, “La región de los Montes Universales, entre Teruel y Cuenca, cuenta con una densidad de población menor que Laponia” con fotografías de Kike Para.
            El periodista Nacho Carretero apunta que, según el Instituto Nacional Estadística, el pueblo de Toril en Teruel tiene 16 habitantes censados. Toda una exageración, según dice María Isabel. “Ahora mismo, en el pueblo, somos cuatro”. No es una forma de hablar. Toril cuenta, efectivamente, con cuatro vecinos: Paulina, una mujer de 75 años apoyada en un bastón; María, que mira con desconfianza a los visitantes mientras cierra su chaqueta negra; un chico con un perro marrón que se niega a dar su nombre, y la propia María Isabel, que tiene los ojos azules y la expresión arrugada. Están todos en la placita del pueblo, al lado de la fuente donde van a cargar los bidones del agua. La treintena de casas marrones a sus espaldas están vacías, abandonadas. María Isabel, sentada en el borde de la fuente, estira las piernas y sonríe dirigiéndose a los periodistas: “Habéis llegado al culico del mundo”.
            Toril y sus cuatro habitantes están en la zona más despoblada, más olvidada y más vacía de España.
            Cruzar la Laponia es avanzar a través del silencio. Los únicos ruidos que lo interrumpen provienen de los pájaros, cencerros de algún rebaño o árboles que se mecen al viento. Los pueblos aparecen cada cierto tiempo, distantes unos de otros, pequeños y aislados como si fueran “check points”.
            La mayoría de ellos tiene entre 50 y 200 habitantes. Otros como Toril resisten agarrados un hilo de vida. Siempre puede ser peor. El pueblo que está al lado de Toril, llamado Masegoso, se ha quedado vacío.
            Guadalaviar es uno de los pueblos más grandes de esta zona. Se encuentra a 25 minutos de Toril. Tiene 222 metros censados, 185 de ellos viviendo en el pueblo, 16 en paro, seis niños, cinco bares y un alcalde llamado Rufo Soriano Pérez.
            “La gente joven desaparece”, dice Rufo. “Nosotros mantenemos la escuela porque tenemos cinco niños, que es el requisito mínimo. Hay uno de 12 años, otro de 11 y tres de 4 años. Van todos juntos al colegio”.
            Es un problema que se repite: la tasa de envejecimiento en esta zona es una de las más altas de Europa. El 32% de la región supera los 65 años y al preguntarle por el futuro exclama  mirando hasta que donde le alcanza la vista: “¿El futuro?, se pregunta Rufo, el alcalde de Guadalaviar: Es un asunto muy serio. Lo veo mal. O cambian las cosas o esto se muere”.
Voy a escribir textualmente  el mensaje último desgarrador  de un habitante de Cervera que dejó como testimonio en la casa donde habitaba y que muestra la tristeza e impotencia que les invadía al abandonar su terruño:
  “En el día de hoy se retira de esta zona el pastor Florencio Falcó,
 que ha permanecido en ella 28 años de día y de noche.
 Adiós Cervera querida, yo nunca te olvidaré.
 Lo que de ti nadie quiso, para Florencio bueno fue.
 Viva Cervera, a 22 de octubre de 1992, retirada parcial.
Morir en los montes de Cervera para mí es un honor.
La muerte llega sin dolor (pero) más horrible es vivir aburrido y con depresión”.

  Nota.- Una parte de la información y de los datos que aquí se ofrecen están sacados de Diario de Teruel, El País y El Comarcal del Jiloca

lunes, 12 de junio de 2017

La España vacía. Viaje por un país que nunca fue -I- Sergio del Molino

“¿ Quién te cerrará los ojos tierra,
cuando estés callada?”
                    José A. Labordeta
            Aprovechando que este ha sido el último libro del curso a leer en  el Club de Lectura de la UNED de Teruel, al que sabéis que pertenezco, quiero realizar un breve resumen de él, para luego, en la tercera parte, mostraros la parte vital del tema del libro, que consiste en ir a recorrer estos pueblo, ya medio ,o totalmente abandonados.
            El mismo autor, Sergio del Molino, sostiene que con su literatura quiere escuchar el silencio y que este ensayo sobre la despoblación de España trata sobre todo del silencio.
            Sí, el silencio que percibes cuando vas recorriendo las aldeas, el silencio que aprecias al encontrarte con un paisano que no te ve, pero que sabes  que su cabeza está llena de recuerdos y nostalgias, los  que rumia continuamente para sentirse vivo y no oír el ruido seco y herrumbroso de otra llave errando  la puerta de  casa,  al unísono que el del traqueteo del carro arrastrando a duras penas los pocos arreos que pueda transportar en este viaje a la idealizada ciudad, aunque en su corazón adviertan que es un viaje metafórico a la nada y más tarde al no existir.
            Luego, sí puedo afirmar que cuando logras que salga de sus pensamientos, te va a contar todo eso que tú  quieres escuchar. ¿Cómo se ha llegado a esta situación?¿De tantos vecinos que había en el pueblo, cuántos están vigilantes todavía aunque sea desde el camposanto? Y él te  hablará y hablará porque tiene ante sí un ser humano con el que puede conversar sobre sus pensamientos más íntimos.
            El autor apunta que: 
“Hay dos Españas, pero no son las de Machado. Hay una España urbana y europea, indistinguible de cualquier sociedad urbana europea, y una España interior y despoblada que ha llamado España vacía La comunicación entre ambas en difícil pero la una no se entiende sin la otra”.
 La confrontación entre una España rural y una España urbana es anterior a la Revolución Industrial y a cualquier éxodo campesino. Viene desde tiempos atávicos. Siempre ha existido desde antaño la lucha entre el pueblo y la ciudad. La civilización frente a la barbarie, lo que se creía más fino contra lo rústico.
            Pero yo lo que me pregunto es  ¿dónde está la verdad en su esencia?
            Recordemos aquel “¿Qué descansada vida la que huye del mundanal ruido y…” de Fray de Luis de León. ¿Y vuelvo a interrogarme:¿ qué es mejor el pueblo o la ciudad?
            Los habitantes de la España vacía se sienten abandonados a su suerte. Ocupa el 53% del territorio pero solo vive el 15´8% de la población y quitando Madrid, solo hay dos ciudades a destacar: Zaragoza y Valladolid. Sueñan con revivir, gracias a los emigrantes, pero la España vacía nunca estuvo llena.
            Soria, Zamora y Teruel ya hace tiempo que pelean por cambiar su destino bajo los lemas “Soria, ya”, “Foro de Zamora” y el famoso “Teruel, existe”, grito por el que ya se le conoce en todo el mundo mundial. Movimiento ciudadano democrático y asambleario de lo cual puedo dar fe en persona de todo ello.
            Aunque ahora hay políticos que se están dando cuenta de este problema, muchos otros les han precedido, como el alcalde del pueblo de Aguaviva (Teruel) que  viajó hasta los confines de Argentina para negociar planes  con las personas que quisieran venir a España. Innumerables pueblos han dado trabajo y casa a inmigrantes a cambio de niños en la escuela o la apertura del teleclub o la tienda del pueblo.
            Actualmente un grupo de profesores de la Universidad de Zaragoza fundó el Instituto Celtiberia de Investigación y Desarrollo Rural con sede en Teruel, integrado por las provincias de Guadalajara, Cuenca, Teruel, Toledo, La Rioja, Burgos y el interior de Castellón y Valencia. Zonas frías la mayoría pero con habitantes fuertes y llenos de energía que son conscientes de que esta sangría humana hace mucho que empezó y nadie lo remedió.
            En la época de la Dictadura franquista se hicieron políticas dirigidas a su abandono, esencialmente con la obsesión por los pantanos en hermosos valles repletos de gente que vivían agarrados a sus terruños, vigilantes de sus ríos y  montes, fuentes inagotables de su supervivencia, ero tuvieron que salir de sus pueblos poco a poco y en silencio porque les faltó trabajo, los expropiaron o la misma ciudad los hizo sucumbir.
            Todos hemos oído anécdotas de los últimos habitantes de estos pueblos, o leído libros como “Tiempo de silencio” de Martín Santos ,  “El disputado voto del Sr. Cayo”, obra de Miguel Delibes llena de verdad y poesía o los “Santos Inocentes”, “Las ratas” u otras de larga trayectoria como “La familia de Pascual Duarte” de Cela.
            Algunas de estas novelas han sido llevadas al cine. Esta semana, por ejemplo, volvieron a pasar “El disputado voto…” por televisión y tengo que decir que me sigue  pareciendo mítica  y tan emocionante como entonces, a pesar de haber pasado décadas desde su estreno.
            La España vacía está presente en los ritos, leyendas y tradiciones  domésticas al igual que en la literatura. Por eso, dice Sergio del Molino que no es un territorio ni  un país, sino un estado mental.
 Y la obra literaria que nos llegó al alma a toda una generación despertando nuestras conciencias fue “La lluvia amarilla” de Julio Llamazares donde se narran las vivencias del último habitante de la aldea de Ainielle.
            También contribuyó a ello en los años 90 del siglo pasado, la serie documental “Un país en la mochila” en la que el protagonista, José Antonio Labordeta, con su socarronería y campechanía recorría los pueblos más perdidos de España, extrayendo de cada uno la belleza más escondida y todo ello con un gran respeto hacia todos los personajes con los que se encontraba, donde  la pobreza y la  dignidad se daban la mano, acariciados por la poesía y autoestima, propias de su sabiduría popular y autodidactas
             Sergio del Molino nos refiere en la historia de las Hurdes, la teoría del aburrimiento, es decir, al vivir en una zona donde no puedes dar rienda suelta a tus capacidades, tu alma se llena de histeria y odio. Este hecho explicaría el crimen del alcalde de Fago, los de Puerto Hurraco o el crimen de Cuenca que llevó a la pantalla Pilar Miró.
            Es lo que él llama la teoría de la “privación sensorial”, la soledad del invierno, las largas tardes sin conversación, la falta de esperanza…
            Haciendo un recorrido por autores, obras y diferentes proyectos y experiencias vividas a lo largo de los años, Sergio del Molino llega a la conclusión de que “la España vacía existe, permanece sin remedio,  siendo imposible ya llenarla. La España vacía se ha vuelto presencia en la España urbana”.
           Ha hecho un ejercicio de indagación en esa herida abierta entre dos construcciones sociales: la gran ciudad, moderna y masificada y la desolación paisajística y demográfica de los pueblos. En concreto, de los pueblos situados en una zona definida del interior peninsular, que él ha denominado “La España vacía”, que está formada por Extremadura, las dos Castillas, Aragón y La Rioja y que contrasta con la otra España, la exterior.
            Y aún se hace otra pregunta ¿es posible que desde las capitales se vea lo rural como algo salvaje, violento y aún sin civilizar? ¿Es, a su vez, el urbanita para los habitantes de los pueblos alguien que ha perdido la pureza de la vida en el campo?
            Podemos considerar el libro-ensayo interesante, con la exposición de una buena ristra  de datos,  con una conexión dudosa entre ellos en algún momento, que luego tú puedes ampliar, pero a veces me ha recordado un tratado de Geografía y tal vez algo deslavazado, perdiéndose por las ramas sin un hilo conductor.
            Nos lleva desde la película “Tierra sin pan” de Buñuel en “Las Hurdes” (sobre si su contenido es real o un montaje parece que todavía hay dudas) hasta los Marineros de la Institución Libre de Enseñanza en las Misiones Pedagógicas pasando por infinidad de aconteceres. Hay momentos en los que nos abruma pero se lee rápido y se puede aconsejar como un documento para entender mejor las dos Españas.

¡¡Demasiada erudición quizá!!

martes, 6 de junio de 2017

Entre “descerebrados” anda el juego -VI-

Si perdemos la memoria, ¿qué nos queda?
Veo todo borroso o más bien  líneas que desaparecen, las siento como si fueran muertos vivientes en la noche de las ánimas  corriendo hacia sus tumbas, porque la campana del camposanto acaba de tocar a retirada. Figuras que pierden su volumen a dentelladas, que huyen enmascaradas  a los ojos de los viandantes entre un silencio sepulcral.
 Estos cuadros sin título, realizados con la técnica de pastel, grafito, papel y collage, nos recuerdan también a cuadros míticos como “La libertad guiando al pueblo” de Delacroix, donde adquiriría  el cerebro la guía de nuestra vida, o “La balsa de la Medusa” de Gericault, que sería justo lo contrario, el desastre de la persona ante el desconcierto general en su caminar.
     Si seguimos con las tesis cerebrales, todas estas visiones nos lleva a la pérdida de la memoria, del bagaje cultural que has ido acumulando a lo largo de tu vida, de tus recuerdos, de la imagen de los tuyos…
Es como si el viento huracanado te los arrebatara y te borrara como persona la capacidad de pensar e imaginar… en un intento desesperado de salvarte de “la nada”.
Hace más de 2 000 años, Aristóteles postulaba que nuestros pensamientos requieren de la generación de representaciones internas del mundo exterior; y en ese proceso llegó incluso a distinguir correctamente entre sensación (la imagen que el mundo proyecta sobre nuestras retinas, por ejemplo) y percepción (la interpretación que damos a ese estímulo visual) y cómo esta interpretación llevará finalmente al reconocimiento de los elementos presentes en esa imagen, al recuerdo de todo lo que hemos aprendido relacionado con ellos y, llegado el caso, a la formación de nuevas memorias. Pese a tanta clarividencia, creía que el corazón y no el cerebro era la sede de todas las sensaciones, pasiones e inteligencia. Hay que destacar pues, la estructura dinámica de los distintos circuitos cerebrales y su papel en el aprendizaje y la memoria.
En la peli de Amenábar “Los otros” descubrimos que todo lo que parece pertenecer al feudo de los vivos, es en realidad el reino de los muertos y que todo lo que los personajes ven como apariciones o fantasmas son manifestaciones o puntos de contacto con el mundo de los vivos. La protagonista vive en una falsa verdad alimentada solamente por lo que quiere creer:  que sus hijos están vivos y que ella no los mató. Así que todo lo que confirme su creencia y apacigüe sus emociones será cierto, mientras que lo que amenace su estabilidad emocional y convicciones, por fuerza habrá de ser falso.
Si os habéis dado cuenta, la neurociencia vive un momento crucial con grandes y millonarios proyectos en marcha para simular el funcionamiento del órgano humano más complejo. En este viaje guiado por la computación no hay que olvidar el potencial de las ciencias humanísticas y sociales.
M. A. Delgado sostiene que “lo que los ojos ven y lo que los oídos oyen es lo que la gente cree”. Uno de los retos del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en Boston, es vertebrar el trabajo para ampliar las cualidades humanas desde la memoria y la capacidad de razonamiento a la fuerza física, pasando por todos los sentidos e implantes. Algún día los robots y los humanos se habrán fundido hasta hacerse indistinguibles. ¿Seremos nosotros mismos? Nuestras cabezas y nuestros procesos cognitivos se verán incrementados por las máquinas.
¿Es la hora de robotizar al humano?
¿O de  humanizar al robot?
¡Qué poder tiene el cerebro!
Cualquier roce o presión en su estructura puede producir una visión borrosa aunque tengas unos ojos perfectos, trastornos en el lenguaje aunque tu riqueza de vocabulario sea comparable a la del DRAE, falta de concentración o cambio de carácter y comportamiento, aunque tengas la cabeza perfectamente amueblada.
El médico radiólogo nos avisó de la irritabilidad que acarreaba la toma de corticoides y que había parejas al borde de la separación por la dificultad en la convivencia. Pero yo en ese sentido feliz, más tierna que nunca!! Jijiji…
Y no nos olvidemos del cerebelo que es el órgano que dirige todos los procesos cognitivos y la coordinación de cualquier movimiento. Ese “trocico redondico y arrugado” situado debajo del cerebro que parece que no “pinta” nada.
 Mira, yo  este comportamiento sí que me influye, mi equilibrio se desequilibra cada dos por tres, pareciendo a menudo mi andar y movimientos,  los de una “zombi”.
En estos dos últimos cuadros sin título, es como si la memoria se difuminara y se rompiera a pedazos. No hay continuidad en las imágenes, el viento va despegando y deformando el juego de complicidades e ingenio que habita en nuestro ser, hasta despojarnos de nuestro yo más profundo y humano, de nuestras nostalgias y ganas de seguir o de soñar viajando, aunque a mí esto último no me lo arrebatarán nunca.
Estoy llegando al final de la Muestra de estos pintores, de los cuales dijo Juan Genovés, que también es valenciano:
 “Su pintura es Historia, pero está viva, se sostiene”
Y más adelante proclamó:  “Si Nueva York tiene a Andy Warhol,  Valencia tiene su colectivo artístico de pop-art  con el Equipo Crónica”.
Y a mi final, después de todos los avisos que poco a poco me fue dando mi “coco”, el punto concluyente  fue  la mañana que me levanté y no sabía vestirme, ni comer, ni barrer, ni coser. No sé por qué me dio por probar en esos detalles, cual si fuera Aracne en su atelier de tapices ante la visita de Atenea en “Las Hilanderas”,  o la Ratita Presumida barriendo su casita!! Jajajaja…
Las puertas y paredes se  estrechaban a mi paso, el brazo derecho se me quedaba tras los objetos sin formar parte de mí, y yo deambulaba como alma en pena, por lo que mi ingreso en Urgencias fue inminente y con un tratamiento intenso orientado a los dos tumores cerebrales.
Mientras tanto aquí , ahora,  me he apalancado en un encuadre donde contemplo varias Series a la vez y me temo que solo me moveré cuando nos echen por ser la hora de cierre.
Antes era incapaz de estar un rato seguido sentada, como si los asientos fueran de alfileres, pero ahora podría pasar horas y horas con la mirada en el infinito, pero eso sí, con mi cabeza maquinando a toda velocidad.
Tengo aun tantas cosas que hacer aun!!
Me levanto todos los días antes del amanecer para ver los colores previos rojizos a la salida del sol y los cambios de color del mar  según los reflejos que lo acaricien, los que pueden ir del azul grisáceo al metálico intenso, pasando por toda una gama y variedades, que yo no siendo experta en pinturas, no sabría enumerar pero sí sentir…Hasta que una estela plateada lo sitúa ya en el horizonte de nuestros sueños y delirios.
He ido saltando y mimetizándome con cada una de las pinturas e incluso jugado a adivinar a qué autor pertenecían cada una de las piezas que las componían: Léger, Mondrian, Picasso, Saura, Braque,…. y que los autores las habían dejado aparentemente caer por descuido o pereza, aunque todo pertenece a su idea de mezclar en una combinación crítica y reflexiva el  ayer y el hoy de sus años contemporáneos.
Pero el  juego que más me gusta es meterme en la piel de Buero Vallejo, descender a su “Tragaluz” y observar los pies y piernas que  caminan y no desde un punto estético o erótico, aunque si se tercia…
Sino por captar la energía y libertad en el andar de las personas que pasan, unas con botas, otras con tacones, o con zapatillas de deporte o chanclas…. Qué más da, lo esencial es sentirse que eres independiente,  que haces con tu  tiempo lo que tú decides sin echar mano de nadie….  Como yo también cuando  me sentía la hija del viento.
¡Hija del viento!! Qué bonito me ha quedado…Eh!!
Termino dando una vuelta por todo el recinto, avisan de que es la hora de dar fin, y yo ya llevo muchos datos  memorizados en una síntesis dentro del Programa y esencialmente  los guardados en mi retina.
 Me despido de Rafael y Manolo, el Equipo Crónica y nuestros Andy  Warhol españoles. Siento como si entre nosotros se hubiera trenzado una serie de complicidades  y una corriente de afectos donde hay mucha enjundia vital, teniendo  la percepción de que a partir de ahora ninguno será indiferente al otro.
Y que caminaremos juntos
tejiendo dueños y esperanzas.
                Al ir saliendo, verifico desde una ventana el color verde intenso de los árboles,  el calor y bochorno que amodorra la piel  de los caminantes por las calles inundadas del viento poniente, pero yo tengo siempre el cuerpo frío con varias capas arropándolo,  por lo que no notaré demasiado este cambio repentino de temperatura.
Me voy con la sensación de que al contemplar sus cuadros, se ha  producido  en el interior de mi cerebro una frescura y a la vez unos estallidos de luz,  semejantes al sol intenso de la infancia.
Y me marcho asimismo, evocando para estos herederos del Mare Nostrum, de nuestro azul y luminoso Mediterráneo, el famoso saludo marinero:
“VIENTO LARGO,
MAR  CALMA

Y ESTRELLA CLARA”