LIBRO: EL MAESTRO DEL PRADO

Javier Sierra (La Sexta)
Confieso, no sé si avergonzada, no haber leído nada hasta ahora de este autor con orígenes turolenses y acunado por muchísimos "fans" en cada una de sus presentaciones en la ciudad, a la vez que es aclamado mucho más fuera de nuestras fronteras, especialmente en Estados Unidos donde sus obras ha conseguido entrar en la lista de los libros más leídos.
Pero este libro me "enganchó" desde el primer momento, más que por la intriga, que la tiene, por el arte que describe. Para mí también, igual que para el protagonista, entrar en un museo es entrar en otra dimensión donde soy capaz de imbuirme tanto en el cuadro que estoy mirando que pierdo la noción del tiempo y del espacio. ¡Vamos, que como se dice: "me ponen los museos"!
Javier Sierra, utilizando el encuentro entre él mismo -está narrado en primera persona-, como estudiante de la Universidad Complutense y D. Luis Fovel, personaje de ficción -¿o real? ¿o tal vez soñado?- nos intenta desentrañar el mensaje de algunos de los cuadros que hay expuestos en el Museo del Prado. El autor no quiere que nos quedemos solo en la contemplación estética y artística, sino que escudriñando cada detalle de las obras, lleguemos a captar en qué creían sus autores, en qué contexto social se desenvolvían y qué idea nos querían transmitir de este modo, porque si lo hubieran expresado por escrito hubiera sido peligroso decirlo. Para él, estos pintores "nos escriben sus mensajes encriptados en imágenes".
Luis Fovel, "El Maestro", aparece de improviso cuando Javier está contemplando la "Sagrada Familia de la Perla", obra del pintor italiano Rafael. Hombre enjuto, magnético, elegante y a la vez sobrio, embutido en su abrigo negro, sus primeras palabras son: "El buen maestro llega solo cuando el discípulo está preparado" y estrechándole la mano se presenta para enseñarle los intramuros del Prado y los arcanos ocultos de esas galerías.
¿Qué os parece si entramos nosotros a la vez en el Museo del Prado y comenzamos el recorrido con ellos...? 
!!Atención a los enigmas!!
¿Qué mira Jesús fuera del cuadro en "La Sagrada Familia de la Perla"? Rafael se inspira claramente para este cuadro en "La Virgen de las Rocas" de Leonardo da Vinci y la pregunta ante esa visión sería: En el cuadro que se encuentra en el
Louvre, el ángel (que ocupa el lugar de Santa Isabel en el de Rafael) y el Niño Jesús, están señalando con el dedo ambos a San Juan Bautista.
¿Por qué?
¿No es más importante el hijo de María?
Si vamos al evangelio de San Lucas que es quien narra estos hechos de la familia de Jesús a través del arcángel San Gabriel, "el anunciador", leemos el embarazo de Isabel siendo mujer del anciano Zacarías y la visita a su prima Santa Isabel, pero nunca menciona la escena de ver a los niños jugando juntos como en "La Perla" o "Las Rocas", lo que nos da a entender que bebe de una fuente oculta para inspirarse, para darnos un mensaje que difiere de la ortodoxia: 
¿Niños gemelos acaso?
¿Quién era el primero?
¿Qué relación tienen entre ellos?
Dejamos las dudas en el aire para rumiarlas tranquilamente y seguimos el paseo, aún nos quedan muchos asuntos pictóricos que resolver.
Nos detenemos en "Retrato de un cardenal" también de Rafael y después de percatarnos en la fuerza del color y en su posición estática tipo Monna Lisa, pensamos: ¿Qué extraña marejada recorre su mente? Y ¿a quién nos puede recordar?
A "León XIII, acompañado de dos cardenales" (1518- Galería Ufizzi, Florencia) que es también del mismo autor y donde dirige la mirada del Papa hacia afuera del contexto intimista. Pero no, no hay parecido físico alguno en esas dos caras. 

Aunque ¿por qué su mirada fuera? 
¿Quizá porque acababa de sufrir un intento de asesinato?
¿Por qué matarlo?
¿Quién podría haber sido el asesino?
¿Posiblemente el cardenal Bandinello Sauli al que Sebastiano del Piombo (Gallery of Art, Washington) recreó en un retrato al estilo del de León XIII, con la Biblia, la campanilla y toda la parafernalia que exigían las profecías para ser el sucesor de San Pedro en la tierra?
Pues a lo mejor sí, y esta cara sí que es la misma de la del cuadro de Rafael del Museo del Prado, lo que nos hace suponer que como anhelaba tanto ser Papa no le debió gustar que lo recreara sin los atributos para ser "anunciado" como dictaban los libros sagrados y por este motivo posteriormente encargó de nuevo otro, al ya mencionado S. del Piombo y aquí sí que encontramos su nombre.
Pero todo esto ¿por qué? ¿en qué se basa?
Según el autor todo tiene su explicación en la "Apocalipsis Nova", escrita por el Beato Amadeo y cuyos ejemplares -solo tres- se guardan en la Biblioteca Nacional (dos) y uno en El Escorial.
Si nos detenemos en el momento histórico y artístico, Renacimiento y Humanismo, decadencia de la Iglesia, Lutero y los siniestros augurios del fin del mundo, todos estaban atentos a las profecías que recorrían el continente, siendo una de ellas la que vaticinaba que vendría un papa que salvaría al orbe de la destrucción espiritual.
¿Cómo transmitirlo?
¿Quién sería? 
Volviendo al A. Nova se nos dice: "Vendrá un varón que liderará una nueva era espiritual". Y el cardenal Sauli aspira a ello, a usurparle el trono a León XIII, ya tenemos la respuesta a la mirada del Papa y a que este cardenal no parara hasta ser retratado como él.
Decididamente el cardenal de Rafael es el mismo que el Del Piombo: Bandinello Saulli y con él van incluidas todos los entresijos para ser el elegido papal. La pintura, pues, nos ha dado la respuesta.
Seguimos... y nos encontramos con "La Transfiguración" de Giovanni Francesco Penni, que es una copia del original de Rafael Sanzio -1520, ubicada en los Museos Vaticanos- , por lo que podríamos decir para el tema que nos interesa, que es Rafael puro y observamos que los apóstoles no miran a Jesús en el momento en que se eleva al cielo sino a un niño al que todos apuntan y que parece un poseído. Y rápidamente las preguntas: ¿Por qué al niño en vez de a Jesucristo?
¿Pero qué tenía Rafael en la cabeza? 
¿Tenía algún conocimiento especial que la mayoría ni se lo imaginaba?

Junto a Javier, y siguiendo sus divagaciones, nos viene al pensamiento "La Escuela de Atenas" (1509, Museos Vaticanos) que Rafael pintó por encargo de Julio II para las Estancias de la Signatura y en donde representa el momento en que los teólogos reconcilian la filosofía y la astrología con la teología, retratando numerosos personajes que son los sabios del mundo, vislumbrándose rostros conocidos como el de Leonardo en el papel de Platón, o Bramante en el de Euclides y él mismo, de astrólogo mirándonos y llevando en su cuello bordado, las siglas RUSM (Rafael Urbinas Sua Manu), justo una osadía o reto a las normas de la Iglesia que prohibía a los artistas la firma de sus obras por considerarlo pecado de orgullo.
¿Qué nos querían decir con todos estos datos pictóricos? 
¿Por qué, a pesar de todo, firma? ¿Por rebeldía?
Se dice que mientras pintaba La Escuela de Atenas, se tomó su relevo pintando al bibliotecario Tommaso Inghirami (Galería Palatina , Florencia), y observamos que también estrábico como el niño de la Tranfiguración, pero ¿por qué los representa así a los dos?
En la clave simbólica de la época, nos dice el maestro Luis Fovel, que esa característica indicaba el acceso que -niño y sabio Tommaso, ambos con mirada especial- tenían a fuentes sobrenaturales de conocimiento. Los dos, uno a través de la cábala u otros saberes ocultos y el otro mediante el éxtasis, habían alcanzado el reino del espíritu.
Si nos fijamos, a la izquierda está Mateo con un libro abierto señalando a una mujer que es la alegoría de Sofía, la sabiduría de los griegos clásicos, pero ella también señala al niño diciéndonos que él es la llave. Así que prestando atención, estos dedos que apuntan al resucitado y al poseído nos están gritando que solo a través de los humanos especiales, como esos dos, alcanzaremos la esfera de lo sobrenatural.
En verdad, esta visión en ningún lugar de la Biblia se nos expone, por lo que deducimos que las relaciones entre Leonardo y Rafael y los pintores eran intensas y nos hace pensar que leían los mismos libros prohibidos y que tenían ideas religiosas semejantes.

Y así vamos recorriendo el Museo del Prado desde la hipotética sala 13 con una nueva lectura de cada autor, por ejemplo deteniéndonos en Brueghel el Viejo y su "Triunfo de la muerte" que nos hace reflexionar sobre la situación actual o frente al Greco con su "Crucifixión", "Encarnación" o...
Al Greco no os lo perdáis, y más este año en que se celebra el 400 aniversario de su muerte y que nos abduce con esas pinceladas alargadas y espiritualizadas, es como si sus personajes quisieran huir de este mundo para lanzarse hacia la espiritualidad más alejada de lo terrenal.
¿Y este pintor también tenía conocimientos especiales?
Busca "El sueño de Felipe II" conocido asimismo como "La Gloria " o "Alegoría de la Liga Santa", obra que no le gustó nada a Felipe II para su Escorial, pero que a nosotros como discípulos que ya somos del "maestro Fovel ", nos dirige hacia la memoria de los adamitas, grupo surgido de un grupo de supervivientes cátaros y que entre sus principios tenían cultivar la dimensión espiritual para alcanzar lo que los griegos llamaban Theoretikos, el principio de la visión de lo que trasciende.
Para ellos el último reducto para conseguirlo sería el arte de los siglos posteriores y la meditación ante un cuadro apropiado que les susurre que no todo lo que existe puede tocarse o medirse.
¿Las llaves que lleva San Pedro en "El entierro del Conde de Orgaz"-Santo Tomé en Toledo- servían para abrir el mundo de la materia y el del espíritu, los eternos opuestos del catarismo?

Ya sabéis que la teoría de que pintaba con esas deformaciones Doménikos Theotokópoulos por defectos ópticos, está ya obsoleta, por lo tanto por qué no pensar que sí, el Greco buscaba la unión mística con Dios a través de su oficio y que tenía conocimiento de todo esto e incluso relaciones con los posibles grupos.
Arrebolado también por la lectura de las visiones de Alonso de Orozco, gracias al cual tuvo muchos encargos en su época y al que el pintor le dedica su admiración y homenaje en la zarza ardiendo que hay entre medio de María y Gabriel en el cuadro de la Anunciación, posiblemente un detalle inexistente junto a la Virgen, en toda la Historia del Arte.

Impresionante "El Jardín de las Delicias" y también relacionado con el encargo de los adamitas, cuya autoría corresponde a El Bosco.
¿Has visto alguna vez el tríptico cerrado?
Y a retahíla con el libro de Javier Sierra y sus misterios llega hasta "La última cena" de Juan de Juanes, el "Carlos V" de Tiziano, "Nastaglio degli Onesti" de Boticelli...
Solo con el "Jardín de las Delicias" ya tendríamos para un día entero en nuestro paseo por el Prado, porque sería apasionante indagar en esos hormigueros de criaturas, plantas, frutos, objetos... en los que se va perdiendo la mirada, pero también en la destreza meticulosa con la que está ejecutada la pintura, con el pincel al óleo sobre tabla de este genial artista flamenco, que nos seduce con la fuerza de los colores no ensombrecidos con el paso de los siglos.
Observándolo desde la evolución pictórica del siglo XXI, pensamos que es predecesor de las alucinaciones e irracionalidades del surrealismo o como dice Muñoz Molina: "un profeta del Antiguo Testamento que con 500 años de anticipación anunció a André Bretón y a sus amigos -y de paso al psicoanálisis y hasta la psicodelia".
Y aquí cabría también esta pregunta:
¿El Bosco se dedicaba a escandalizar a los biempensantes de su época? Pues lo más fácil es que no, que no quisiera alterarlos en sus creencias, sino que esos seres pertenecientes al repertorio simbólico de conocimiento común en su tiempo y que les representara el mundo de acuerdo con un idioma visual que aunque hoy nos parece indescifrable, no lo era entonces y somos nosotros los que hemos perdido la capacidad necesaria para comprenderlo.
Carmen García

    Y no quiero contar más, primero porque parece un poco lioso este libro, yo lo he releído varias veces y remirado las pinturas muchas veces más; y, segundo, porque deseo que cada uno que os hayáis sentido intrigados por estos mensajes, pictóricos o no, lo hagáis siguiendo la narración de nuestro turolense, en la realidad del museo (me han dicho que han surgido rutas dentro del Prado, no lo sé cierto, yo la hice por libre) o entrando en una enciclopedia o en internet, y con el cuadro delante vayáis cotejando todos estos datos reales o ficticios.
Al final, qué más da si hemos disfrutado y, además, quién puede demostrar que todo esto no es real... ¿No vemos hoy pinturas que nos envían señales de la postguerra, de la represión de una dictadura y de la negación del arte oficial? Precisamente nos atraen más por el mensaje que por la cuestión pictórica. Estos son nuestros mensajes y aquellos eran los suyos siglos ha, utilizando la maravilla de la comunicación no verbal.
¡Ah! y cuando lo leáis no olvidéis papel y lápiz para hacer anotaciones al margen, imprescindible; porque entre nosotros, entenderlo aunque no sea en toda su plenitud, requiere un esfuerzo personal, pero su lectura no deja de ser un verdadero placer.
Javier Sierra, fascina siempre en sus presentaciones y entrevistas, parafraseando a Raquel Esteban: "Javier es un encantador de serpientes".
Cuando habla llena el aire de misterio y de magia, no te puedes retrotraer a no descifrar esa última obra, aunque siempre te quede la duda de dónde acaba la certeza y donde empieza la quimera
¡Feliz paseo por El Prado!
Carmen García
De http://pixgood.com/

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