RUTA: MODERNISTA



Como este curso se celebraba el Centenario del Modernismo los de 1º y 2º PAB,  con nuestros tutores David y Carmen, hicimos un paseo Modernista de casas, fotos y trajes. Primero vimos una Exposición  de  fotos de  Jaime Fernández Fuertes, donada al  Instituto de Estudios Turolense  por su nieto Miguel Ángel  Ibáñez. Este además de fotógrafo tenía una tienda de relojes en la plaza del Torico y fue de la fundación  del club velocipédico turolense,  además de hacer  mucho porque llegara la electricidad a la ciudad de Teruel.
Las fotos que vimos en el museo Provincial  nos gustaron por conocer cómo se vivía en el Teruel antiguo, ver los trajes, el suelo de la Plaza del Torico, el mercado, calles que ahora no existen, puentes que tampoco, casas hechas con cerámicas y formas de hierbas o vegetales etc.
Había muchas,  y  en la sala principal, la foto que más nos ha gustado ha sido una grande donde estaban comiendo  sentados  en una mesa, Salvador Gisbert (el de las pinturas de San Pedro), el dueño de la venta “el tío Agustín”, que les haría una paella para cuando volvieran del monasterio de Cilleruelos - Cuevas Labradas-,  y dos más, aparte de Jaime que era el  fotógrafo. Al fondo, casi oscura,  una figura en sombra como borrosa, de una mujer (¡ay!, siempre en segundo plano, y más antes).
Al salir del museo ¿a que no sabéis a quién nos encontramos? ¡Nos encontramos a Pablo Monguió!
Nos acompañó y nos fue enseñando y explicando las casas y, claro, él que era el autor las conocía bien. El primer edificio fue el de Bayo con su color azul cielo y su mariposa o libélula en el mirador, que tuvimos que buscarla.
 Mª Jesús  Barrull


 A mí me gustó mucho el Modernismo de los edificios en las calles de Teruel, por sus diseños tan refinados, como por ejemplo los detalles de forja en los balcones y terrazas; también me gustaron mucho las formas de la ventanas y las grandes columnas bordeadas con flores, todo ello haciendo juego con los colores de cada edificio.
Los que más me sorprendió fue la casa de la ABEJA y la del TORICO.
Y nos dijeron que nos fijáramos lo feo que hacía los rótulos de las tiendas y y “Las Rebajas” bajo estas casas tan majas. Cuando más nos hemos dado cuenta ha sido al ver nuestras fotos.
¡Ah! también fuimos a ver el taller de MATIAS ABAD al lado del museo de los AMANTES (está tapado con cal pero se lee al trasluz) y se llamaba “Vulcano”.
La verdad lo pasamos bien y me gustaría ir otra vez.Cristina Navarrete


 En la casa Escriche nos despedimos  de Pablo Monguió, antes también nos habló del personaje que tenemos por nombre en nuestro Instituto, Segundo de Chomón.
Vivía cerca de ahí en una calle adyacente, donde existe una placa para que no se nos olvide y nos dijo que hizo lo contrario que él.
Monguió era de Cataluña y se pegó aquí media vida, Chomón era de aquí y aparte de París y Turín, la otra parte la vivió y desarrolló en Barcelona.
 Al terminar vino una compañera suya de la Fundación Bodas de Isabel, Encarna y  nos enseñó los trajes que se llevaban en cada momento de la historia, para ello nos acercamos hasta  el Centro Social “Los Sitios”  a la exposición” Ventanas que marcan época”.
 Había fotos de otras fiestas que se hacen en España tipo la de nuestros Amantes, vimos cómo iban vestidos los  maniquís con más o menos telas o pieles según el dinero que tuvieran, diferenciando  a los más ricos de los pobres.
Nos sorprendió que antiguamente las mujeres  no llevaban escotes, las faldas hasta los tobillos, la cintura la tenían muy pequeña, y  los hombres llevaban bombachos,  cuello alto en camisas y por los hombros la coraza si luchaban.
Nos  gustó mucho el tocado  íbero que había, era como dos moños al lado de las orejas, al igual que las falleras de ahora o  la dama de Elche.
                                                                                   Sofía Olivas

Los burgueses
Lo que más me impresionó, cuando estuvimos en la Exposición de la Vestimenta, fue ver cómo vestían los burgueses y me ha gustado tanto, que he buscado información sobre ello: a finales del siglo XIX era impensable que las mujeres llegasen a liberarse del corsé, o que un día se pusieran faldas que dejasen ver sus piernas.
A lo largo de todo el siglo XVIII, la silueta de la mujer fue moldeada por prendas de ropa interior, como el corsé de cintura hacia arriba y el guardainfante de cintura hacia abajo. A principios de este siglo la forma de los guardainfantes era acampanada, pero a medida que las faldas se fueron ensanchando por razones prácticas este se dividió en dos mitades, a derecha e izquierda de la falda, lo que hacía más manejable el vestido. Las formas básicas de las prendas de vestir siguieron siendo las mismas que durante el siglo anterior, pero  dejaron de ser tan exageradas y los diseños se volvieron más sencillos. Se eliminaron las mangas de pernil y los hombros ahuecados dieron paso a un mayor volumen en la zona de la muñeca, las cinturas se estrecharon y las faldas adquirieron más volumen, efecto conseguido superponiendo varias prendas y disponiendo volantes horizontalmente. Era a veces de tal magnitud que llegó a resultar un inconveniente para la movilidad de la mujer y conforme pasaba el  tiempo se iban haciendo más modernas las prendas.
Hasta…hoy
                                                               Araceli Barrull

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