RUTA:MACHADO



Entre los versos que intuyen su muerte el 22 de febrero de 1939, y estos otros que llevan a la nostalgia,  hay toda una amalgama de vivencias en tiempo y en espacio.
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero
Su vida, como nuestra ruta, atraviesa España de Sur a Norte en numerosos traslados, a los 8 años por sus padres a Madrid donde estudia en la Institución Libre de Enseñanza y más tarde por su propio trabajo como  profesor de  Lengua Francesa en diferentes  institutos.
Palacio de Dueñas
Vivirá en París un tiempo, adonde recalará más tarde también en su exilio al sur de  Francia, allá en los últimos coletazos  de la guerra civil española.
En 1907  publica Soledades, Galerías y Otros poemas y gana las oposiciones al puesto de catedrático de francés, eligiendo la vacante del instituto de Soria.
Así que tras Sevilla y su luz refulgente nos vamos hasta Soria para pasear por sus calles y vivir desde dentro las huellas de Machado en esa ciudad. Recuerdo imborrable para los sorianos aunque también alardean de otros poetas, como Bécquer y Gerardo Diego con grandes murales de los tres en una de sus  calles más transitadas.
En esta ciudad de provincias, me imagino que más cerrada que ahora debido a los momentos históricos, vive en una pensión, hecho muy típico en esa época donde no era moda vivir  en pisos, y  que aún conserva una placa en su honor aunque haya cambiado la faz  del edificio. Allí  conoce a Leonor Izquierdo, hija de la dueña, casándose con ella siendo  esta casi una niña, 15 años, en la iglesia de Santa María la Mayor.
Santa María La Mayor
Obligado es el paseo por la ribera del Duero donde  en otoño dominan los amarillos, los grises, los rojizos y apagados verdes. En los troncos de los árboles, incluso en los más altos, quedan huellas de navajas que conmemoran el amor. Cruzando el río encontramos el antiguo monasterio templario de San Polo y la ermita de San Saturio, patrón de Soria. En la piedra se han horadado laberintos, escaleras que suben y bajan,  capillas y habitaciones que supuestamente dieron cobijo al eremita.
¿No ves Leonor los álamos del río
Con sus ramajes yertos?
Mira el Moncayo azul y blanco
Dame tu mano y paseemos.
------------
 He vuelto a ver los álamos dorados,
álamos del camino en la ribera
del Duero, entre San Polo y San Saturio,
tras las murallas viejas de Soria,
Álamos de las márgenes del Duero
conmigo vais, mi corazón os lleva.
Es un paseo por los paisajes machadianos, con los álamos a ambas riberas y la curva de la ballesta que dibuja el río Duero al pasar por la ermita.
Da clases de Francés en el Instituto que hoy lleva su nombre, donde aún se conserva el aula en la que él impartía sus enseñanzas.En 1911 viajan a París al conseguir una beca para ampliar sus estudios, aunque al enfermar de tuberculosis Leonor son ayudados económicamente por Rubén Darío, y vuelven a Soria, muriendo al año siguiente en 1912, lo que sume a Machado en una gran depresión.
Seguimos nuestro camino hacia el Espino, cementerio donde está la tumba de Leonor en la que pueden leerse los siguientes versos escritos por Machado:
Mi niña quedó tranquila,
dolido mi corazón.
¡Ay, lo que la muerte ha roto
era un hilo entre los dos!
 A las puertas de este cementerio se encuentra también el Olmo Seco que el poeta inmortalizó en “Campos de Castilla”

Al olmo seco, hendido por el rayo
Y en su mitad podrido,
Con las lluvias de abril y el sol de mayo
Algunas hojas verdes le han salido.
   “A un olmo seco” es la expresión de la vivencia de tristeza y esperanza del poeta en el doloroso umbral de la muerte de Leonor, terminando con estos versos:
 Mi corazón espera
también hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.

No podemos dejar Soria sin admirar también otros monumentos que aunque no están directamente relacionados con la vida personal de Antonio Machado, sí contemplarían muchas veces sus ojos y donde el eco de sus poemas también resuenan a cada paso, como la iglesia de Santo Domingo, el palacio de los conde de Gomara, la Plaza Mayor, el casino de Soria “Círculo de la Amistad” del cual era socio nuestro poeta y que todavía nos retrotrae a otros tiempos.
¿Y por qué no llegarnos hasta la Laguna Negra, escenario del romance de Alvar  González?
No teniendo nada que lo ate a Soria, solo los recuerdos constantes y el gran dolor que le acompañará toda su vida, solicita su traslado a Baeza (Jaén), donde vivirá con su madre dedicado a la enseñanza y al estudio durante siete años, hasta 1919.
Como su corazón es ya  soriano, le hace una petición a su amigo José Mª Palacio para que no descuide la tumba de Leonor, en un poema–carta dirigido a él:
 Palacio, buen amigo,
¿Está la primavera
vistiendo ya las ramas de los chopos
del río y los caminos? En la estepa
del alto Duero, la primavera tarda,
¡pero es tan bella y dulce cuando llega!...
Con los primeros lirios
y las primeras rosas de las huertas,
en una tarde azul, sube el Espino,
al alto Espino donde está su tierra…
 



En 2012 se cumplió el primer centenario de la llegada de Machado a la ciudad de Baeza:
 ¡Campo de Baeza,
soñaré contigo
cuando no te vea!
 En ella se puede visitar el aula-museo donde enseñaba Francés en el Instituto de la Santísima Trinidad, el hotel Comercio donde se instaló nada más llegar, la vivienda frente al Ayuntamiento donde residió hasta su traslado a Segovia, el antiguo casino de artesanos donde compartió velada con un joven estudiante llamado Federico García Lorca, o seguir sus paseos habituales.
            Gran amante de la naturaleza, una de sus aficiones era recorrer a pie el camino entre Baeza y la vecina Úbeda:
 “Caminos de la tarde,/
¡ay, ya no puedo caminar con ella¡”
  Todavía se mantiene el paraje natural de encinas donde solía descansar.
Otro de sus paseos preferidos era el de la antigua muralla, donde disfrutaba del hermosos paisaje y el mar de olivos del Guadalquivir y las sierras de Cazorla y Magina:
“Tiene Cazorla nieve,
/ y Magina, tormenta”.
 En un punto de dicho paseo se levantó en 1956 el monumento a Antonio Machado.
Se conservan carteles de los homenajes que la ciudad le rindió a Machado, como el que se frustró en febrero de 1966, cuyo autor fue Joan Miró, o el que se le tributó posteriormente a iniciativa de las autoridades locales.
 En 1919 toma posesión de la Cátedra de Segovia, para entonces ya era de los escritores más respetados de España. Con su hermano Manuel inicia su actividad teatral que más tarde representarían no solo en provincias sino también en Madrid.

En 1927 es votado miembro de número de la Real Academia de la Lengua Española,  aunque nunca llegó a entrar.
Aquí conoce a “Guiomar” (Pilar de Valderrama) con la que inicia una relación amorosa platónica que ella no quería reconocer por estar casada y que no creo que le condujera a nada salvo a paliar algunas tardes de su soledad. La lectura de las cartas escritas por ella son totalmente subjetivas, ramplonas  y llenas de cortapisas a los verdaderos valores de él.
 En 1931 entra en el nuevo Instituto Calderón de la Barca, recién creado por la República en Madrid. Regresa a la capital de España como cuando se instaló con su familia, pero ahora solo, más triste y con un panorama político poco propicio para soñar.
 A estas alturas de “Ruta Machadiana”, si no habéis desertado de su lectura, os habréis dado cuenta de que no se puede hacer de una “atacada”, sino a pequeños sorbos: Sevilla y Baeza se puede aprovechar cuando vayáis a Andalucía; Segovia y Madrid en los numerosos viajes que hacemos desde provincias a museos y exposiciones varias, pero lo que sí merece una planificación especial es Soria por una parte y el destino final de Colliure, pueblecito francés donde murió el 22 de febrero de 1939, por otra.
¿Por ejemplo este verano?
Y esta ruta segunda es la que vamos a describir ahora. Pero antes surge una pregunta ¿cómo llegó hasta allí a Machado?
¿Qué pasó?
¿Cuál fue su itinerario?
 En julio de 1936 estalla la Guerra Civil tras la sublevación del general Franco y otros militares contra el Gobierno legítimo de la II República. En noviembre, la capital es sitiada por las tropas rebeldes y las autoridades republicanas deciden evacuar Madrid trasladando el Gobierno a Valencia.
 “Valencia de finas torres y suaves noches,
Valencia, ¿estaré contigo cuando mirarte no pueda,
donde crece la arena del campo
y se aleja  la mar violeta?”…
La salida de de Madrid se debió, entre otras razones, al apoyo al régimen republicano que el poeta había manifestado anteriormente y a las posibles represalias del ejército franquista, si este hubiera tomado la capital de España.
          Allí, en la capital del Turia, estará un breve tiempo en el hotel Palace (c/ La Paz nº 27). Posteriormente pasó a un palacete de Rocafort llamado “Villa Amparo” flanqueado por un largo muro de grafitis que lo separa de la acequia de Moncada y donde todavía está inscrito parte del comentario que Machado hizo al poeta alicantino Pla y Beltrán.
Esto es como un poco de paraíso. Sobre las huertas flamean todos los verdes, todos los amarillos, todos los rojos, el agua de estas venas surca graciosamente y abastece el cuerpo de esta tierra”.
Luego exclamó:
 “¡Cuánto ha debido laborar el hombre para conseguir esto!”.
Al lado se ve un dibujo de Ramón Gaya para la revista Hora de España, donde supuestamente pasa el poeta por un pontón sobre la acequia.
            En 1938, siempre huyendo de las tropas franquistas, pasa a Barcelona donde vive en el hotel Majestic primero, y luego en una residencia señorial abandonada. Participó en actividades públicas de apoyo a la causa republicana y sus escritos difunden lucidez y adhesión incondicional.
Y así, fiel a su compromiso como siempre, junto a miles de españoles abandona España, al lado de su madre, por la frontera de La Junquera en enero de 1939. Las condiciones en que se encuentran ambos son verdaderamente lastimosas y deplorables: andando entre barrizales, pasmados de frío en pleno invierno y acuciados por los bombardeos de los aviones del ejército franquista.



 Salimos de España y como alternativa, antes de pasar a Francia, “subiendo” desde Teruel, no dejemos de ver el triángulo de daliniano (Dalí): Figueras, castillo de Púbol y Port Lligat junto a Cadaqués, antes de adentrarnos en el exilio y llegar a Port Bou, último pueblo de España.
Sorprende muchísimo el que desde este lugar hasta la frontera y a lo largo de todo el camino haya situados paneles con fotografías y textos escritos recordando a los republicanos españoles que salieron al exilio por esos lugares de la frontera, hecho que en el resto de España se desconoce. 
En Port Bou nos detenemos, porque vamos a hacer una de las pernoctadas en este pueblo antes de pasar a La France y también porque aquí murió Walter Benjamín perseguido por los nazis y lugar donde no se han olvidado de este gran filósofo alemán de origen judío, señalando claramente donde pasó las últimas horas antes de su muerte con un Memorial a la entrada del cementerio mirando al mar. En él se encuentra su tumba con diversos elementos relacionados con el rito judío y mensajes de los visitantes.
El Memorial, cuyo autor es Dani Karavan, un escultor de nacionalidad israelí,  es un túnel de acero corten, un túnel que atraviesa la montaña llegando hasta cerca del mar, ligero, profundo, más allá de la mirada.
Y seguimos hacia la frontera pero ya hemos constatado la cantidad de paneles que jalonan los laterales de la carretera y que también encontraremos en el lado francés. Se trata de hitos verticales a modo de recuerdo, menhires hacia el cielo, lugares de memoria que nos recuerdan mediante fotografías y textos, la miseria, la soledad y el miedo de todos los republicanos que tuvieron que abandonar España al final de la Guerra Civil.

Carmen García Royo y J. Serafín Aldecoa



Y por fin, arribamos a Colliure, un pueblo que vería Machado pero que no se parecería en nada a la ciudad en que se ha convertido en la actualidad. José, su hermano que también va con él al exilio junto a su madre, nos cuenta que tras una noche en Cerberè, caminan desde la estación de Colliure al pueblo y por la ancha calle que lo cruzaba y que terminaba en el mar, llegan a la plaza principal donde ante un pequeño arroyo se levanta el coqueto hotel Bougnol-Quintana en el que se alojaron, encontrándose con una dueña  solidaria y con deseos de ayudarles.
Estas notas fueron escritas por José Machado en Chile en 1940 sobre las últimas soledades del poeta:
“No podía sobrevivir a la pérdida de España. Tampoco sobreponerse a la angustia del destierro. Este fue el estado de su espíritu el tiempo que aún vivió en Colliure".
Sin embargo, unos días antes de su muerte, me dijo ante el espejo, mientras trataba en vano de arreglar sus desordenados cabellos:
“Vamos a ver el mar”.

Esta  fue su primera y última salida. Nos encaminamos a la playa. Allí nos sentamos en una de las barcas que reposaban sobre la arena. El sol de mediodía no daba casi calor. Era en ese momento único, en que se diría que el cuerpo entierra su sombra bajo los pies.”
            Al cabo de un largo rato, señalando una de las humildes casitas de pescadores, le dijo a su hermano:
“¿Quién pudiera vivir tras una de esas ventanas,
libre ya de toda preocupación”.
 Después se levantó trabajosamente y en silencio, regresaron al hotel.”
 Dice su hermano José en estos escritos que desde París se comunicó el llevar a cabo el entierro en la capital de Francia, pero que conociendo a Antonio, preferiría el pueblo que lo había acogido.
Y añade, que al entierro acudió todo el pueblo, con su alcalde a la cabeza, “pero lo más emocionante fue que seis milicianos, envolviendo el féretro con la bandera de la República española, lo llevaron en hombros hasta el cementerio para dar los últimos honores al hombre de letras”.
             Algunos días después, José halló un papel arrugado en el gabán del poeta. En él había escrito a lápiz tres anotaciones: la primera reproducía en inglés las palabras con que comienza el famosos diálogo de Hamlet: “Ser o no ser”. La segunda tenía solo un renglón. Pero en este renglón se veía escrito el último verso que escribió en su vida. Dice así:
“Estos días azules y este sol de la infancia”.
         Cuando visitamos el cementerio, vemos que este se encuentra integrado ya en el casco urbano de la ciudad. Justo a la entrada se encuentra la tumba, que no es la de origen porque en un principio la dueña del hotelito del pueblo les cedió la suya para enterrarlo, debido a que ellos no podían pagarse una, pero luego la Asociación que cuida y mima todo lo relacionado con el poeta y que lleva su nombre, le preparó una tumba en tierra, sobria y sencilla  y por ello rebosante  de dignidad, siempre llena de frases, poemas, recuerdos, banderas republicanas, textos de homenajes de institutos españoles, de grupos de amigos y de personas que tienen a Machado como un referente.
        Por ejemplo en 1959, XX aniversario de su muerte se vivió allí uno de los hitos promocionales más importantes de aquella generación de autores, hoy clásicos: Blas de Otero, J. Agustín Goytisolo, Ángel González, J. Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, Alfonso Costafreda, Carlos Barral y José Manuel Caballero Bonald, el único vivo de aquel encuentro y que recuerda la figura de Machado con estas palabras:
“Se convirtió para todos nosotros en el paradigma de una filosofía social y un enfoque crítico de la cultura que coincidía con el programa poético que entonces se intentaba movilizar. Sus actitudes humanas y políticas, su figura intachable de defensor de la República, supuso un punto de referencia ideológica tan oportuno como integrador”.
          Habría que aclarar que de tanto oír su nombre, sus poesías de la época soriana y las cartas de la tal Guiomar, mucha gente ni lo ha descubierto ni ha valorado su lucha por la libertad, su ideología de defensa de la democracia y toda su trayectoria durante la II República.
Aquí en Colliure no puedes reprimir una emoción intensa:
¡Por fin estoy aquí!
          Y evocar la soledad de ese final trágico junto a su madre, enferma y enterrada a los tres días junto a él en la tierra que los adoptó, sentarse y leer un poema, e incluso dejar un mensaje en un buzón discreto que hay a un lado de la tumba, como bagaje sentimental de los miles de peregrinos machadianos que  por ahí pasan todos los días.
            Desearías estar rato y rato, no querer irte
           ¡Has peleado tanto y tanto por llegar hasta aquí¡
Y cuando llegue el día del último viaje,
Y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
Me encontraréis ligero de equipaje,
Casi desnudo, como los hijos del mar.
 Luego quieres relajar tu mente frente al mar desde el magnífico castillo, esa mar que el también contempló sabiendo cercana la muerte, despejándote para asumir esa transición y proseguir la ruta más allá de Machado, pues ya que estás ahí, se puede seguir, seguir… haciendo caso al poeta:
“Caminante no hay camino,
se hace camino al andar”

 Salimos de Colliure y llegamos a pisar la misma arena  que los pies maltrechos de los exiliados españoles rozaron en la playa de Argelès-sur-Mer, campo de concentración a la intemperie que los franceses improvisaron para acoger a los miles de españoles que iban llegando.
Se cree que por los Pirineos orientales pasaron más de 350 000 personas exiliadas de todas las edades, de ellos 100 000 fueron “acogidas” en este campo de concentración, que no era más que una playa peinada por el viento frío del invierno, cercada por alambradas, sin barracones ni letrinas. Cuentan que hacía tanto frío en Argelès que los prisioneros se arrebujaban unos a otros tapándose con la arena de la playa para que el frío del mar no hiciera escarcha con el  frío del alma.
Hoy día un mojón recuerda a aquellos españoles que sufrieron la pobreza, la miseria y la falta de libertad en aquella cárcel, por la siniestra acogida de la “grandeur de la France”.
En medio de esta tragedia y de esta desolación, también hay ejemplos que nos hacen creer en la solidaridad de los seres humanos, como es el caso de la maestra suiza Elisabeth Eidenbenz que en las afueras del pueblo de Elna compró un caserón modernista para organizar una maternidad y así acoger a las mujeres españolas refugiadas donde nacieron y fueron atendidos más de 600 niños de las madres embarazadas de Argelés.
Dejamos Elna y llegamos hasta Carcasonne, el pueblo con un recinto amurallado medieval impresionante y más visto desde la lejanía, tierra de Cátaros y de herejía, claro está desde el punto de vista católico porque ellos no aceptaban otro modo de concebir lo eclesiástico que no fuera a través de la sencillez, abandonando todo boato de lujos y “glamour “ feudal.
Desde este lugar partimos a la ciudad de Albi, situada a unos setenta kilómetros,, patria de los albigenses, dominada por su iglesia-castillo, inmensa, recia, oteando el poblamiento y protegiéndolo bajo su sombra, y envuelta interiormente en un colorido y filigranas que nos recuerda a nuestra iglesia turolense de S. Pedro, pero discreta a la vez como lo sería en su pueblo natal la vida de su conciudadano Toulouse-Lautrec al que ha regalado una espléndida herencia en forma de museo.
 Y llegamos  a Toulouse donde la magnífica iglesia de San Sernín  románico puro, sobrio, recogido a pesar de su grandeza nos espera, llegándonos más tarde a la plaza principal (del Capitolio) donde encontramos el Ayuntamiento y  el símbolo de los cátaros en el centro.
Y ya va siendo hora de volver al terruño, pero regresamos por Pau y Oloron, hacia los Pirineos occidentales y a nuestro paso seguimos encontrando parques, museos, evocaciones de nuestros españoles en el exilio lo que lleva a plantearnos ¿por qué en España no?
Antes de llegar al túnel de Somport y próximo a la localidad de Oloron se informa del campo de refugiados Gurs, el cual se  puede visitar al conservase en buenas condiciones. Fue, al principio, otro de los centros de internamiento de españoles, en este caso vascos, que salieron de España durante la Guerra Civil.
            Y todavía con la añoranza de Colliure en nuestro interior, recordamos esos versos que habíamos ido a descubrir y que ya forma parte de nuestro devenir:
Ligero de equipaje…
 Aquellos días azules…
Nota.- Murió Antonio Machado rodeado del mayor exilio interior. Y falleció cuando había una luz de esperanza que el poeta nunca percibió: Al día siguiente de ser enterrado, una carta procedente de la Universidad de Cambridge  llegó. El viejo templo de la sabiduría inglesa ofrecía a Machado un puesto en su Rectorado.
Esperamos que a pesar de lo extensa de la Ruta Machadiana hayáis disfrutado, os animéis a realizarla y a continuarla, si queréis, con más datos y vivencias.
                                                                           Carmen García y J. Serafín Aldecoa

No hay comentarios:

Publicar un comentario