domingo, 19 de marzo de 2017

Las mujeres también tejen la historia con hilos de color violeta III

                  GUERRILLERAS, LA ILUSIÓN DE UNA ESPERANZA
“El pueblo que quiso ser.
                                                                      La España que no pudo ser.”
            “De una manera u otra, yo me siento contenta de nuestra gente, de nuestra lucha, de nuestra causa, de nuestra pequeña aportación a favor de los derechos humanos, de todos los derechos que la dictadura se encargó de torcer y maltratar”.
Guerrilleras, la ilusión de una esperanza  trata de lo que pudo ser, llegó a nacer y ahora es tan solo Historia, nuestra historia no escrita, porque ni  eso ha alcanzado a ser. Todavía, dice la autora Esperanza Martínez en el Epílogo.
            Aquí se habla de personas, no tan solo de paisajes, de pueblos y ciudades ni tampoco solamente de historias, ni de mitos ni de leyendas, hablamos de de gentes, del pueblo en suma. No es una voz más, que surge de lo profundo del país, del paisaje, del pueblo.
            Es la voz de una mujer, de una que no quiso callar, que no se arrodilló ni para rezar, que no quiso aceptar lo que sobre ella habían decidido otros.
Que ha vivido para contárnoslo y si os dais cuenta, al leerlo no pretende figurar, ni regodearse en su propio sufrimiento, sino que compone un relato de luchadoras por la dignidad y libertad. Es especial y de sus ojos, a pesar de la edad, saltan chispas de ilusión y esperanza
            Esperanza Martínez, “Sole”, tal como se le conocía en la lucha, estuvo en Teruel en 2011 participando en las Jornadas sobre la Memoria Histórica organizadas por la asociación Pozos de Caudé. En ese marco nos presentó el compendio de sus Memorias y pudimos hablar e intercambiar pareceres con ella.
             Choca la sencillez y la calidez humana que transmite. No siente odio por lo pasado, ella sigue comprometida con la causa de que se reconozca y se valore la aportación de las mujeres en el mantenimiento del “maquis”. Republicanos que habían sido derrotados pero que soñaban que tras la Guerra Civil (1939) España regresara a la democracia, especialmente al  acabar la II Guerra Mundial porque Francia y el Reino Unido rechazasen al dictador y les prestasen su ayuda, hecho que no ocurrió así y que  produjo una gran desilusión en aquell@s que combatían contra el Franquismo recién instalado  en España. De esta forma se quedaron solos, refugiados en el monte sin ayuda exterior, lo que junto a la represión tan fuerte que sufrieron por parte de la Guardia Civil, hizo que muchos cruzaran la frontera hacia Francia evitando que fueran antes ejecutados o fusilados mediante la aplicación de la “ley de fugas”.

            ¿Quién era esta mujer?  Cronológicamente nos sitúa en  el 27 de marzo de 1927 a 15 km. de Cuenca, en la aldea de Atalaya de Villar del Saz en la que nació. Era la tercera de una familia de cinco hijas de ideología republicana y amante de la libertad.  Campesinos que trabajaban tierras arrendadas donde a las hijas les tocaba de todo, tanto  en el campo como en casa y más cuando murió su madre.
            Época de Radio Pirenaica y Radio Independiente, Esperanza piensa que sobre su familia se  cernieron siempre los peores augurios que les hacía vivir intranquilos. El silencio era la mejor manera de pasar sin levantar sospechas. Tanto era su sigilo que su hermana Amancia hacía tiempo que ayudaba a la guerrilla (maquis) y nadie se había enterado, ni la familia, incorporándose ella al saberlo  como enlace “administrativo” de compras, mensajes y de lo que fuera surgiendo. En realidad, consideraba a los guerrilleros como su propia familia.
            Tiempos duros, entre 1948 y 1849,  se llevó a cabo el asalto al Cerro Moreno por parte de la Guardia Civil, en el término de Santa Cruz de Moya, donde todavía se siguen celebrando encuentros en la Aociación “La Gavilla Verde” para reivindicar la memoria de todos los que  siguieron en la brecha al finalizar la Guerra Civil y que los gobernantes de la Transición no supieron o  no quisieron incluirles entre las personas que habían defendido la Democracia  sufriendo continuamente una  gran represión. Deuda histórica que tendría que pagar el sistema democrático actual.
            Ante el peligro permanente de vivir en el pueblo y enlazar con el monte, el padre y las hijas se trasladaron a los campamentos de la llamada Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón (AGLA). Allí comprobó que las tareas eran compartidas y no por sexo, había debates, cultura…Muchos aprendieron a leer, a escribir y a pensar. Pero  la vida era muy dura, ya que se cambiaba continuamente de lugar, se dormía a la intemperie  bajo la luna y las estrellas… Hacer fuego era una tarea complicada porque podían ser localizados. Generalmente buscaban zonas elevadas, de pinares y aisladas, acechándoles siempre el peligro y el miedo, que pasó a integrarse de forma habitual en sus vidas.
            Si no habéis estado en la Escuela de Maquis de Teruel,   campamento-escuela de la AGLA entre Tormón y Jabaloyas, os animo a ello. Se trata de un espacio mágico,  como entrar en otra dimensión. Su silencio es tan acogedor que cuando bate el viento, crees escuchar las confidencias de estos hombres y mujeres valientes entre las enormes rocas dl rodeno.. En este “hogar” al aire libre se percibe cómo estaban distribuidas las dependencias de la “vivienda” (las letrinas, las habitaciones…).
Nuestro club de lectura de la UNED aprovechó la singularidad del lugar para realizar  la puesta en común de la joya literaria “Concierto al atardecer” de Ildefonso Manuel Gil, y fue una verdadera gozada experimentar esa tarde hasta que el crepúsculo nos despidió entre los colores típicos turolenses.
            “Sole”, una mujer fuerte y soñadora, afirma que “A pesar de las calamidades, ello nos daba un fortalecimiento ideológico y una firmeza para no desfallecer  en aquella pelea titánica contra la barbarie y nos animaba a seguir combatiendo por una sociedad democrática donde la justicia fuera a la par de los derechos humanos”.
            Estuvieron Esperanza y sus hermanas en el monte alrededor de dos años, pero ante los planteamientos europeos frente al Gobierno franquista de España, decidieron ir saliendo, como otros,  por Valencia y Barcelona hacia el exilio, hacia Francia.
            En la documentación falsa que manejaba Esperanza figuraba como Consuelo Pallarés Olivares,  de profesión, modista, pese a lo cual en Miranda de Ebro Ebro, junto a sus hermanas, fue detenida; y a partir de aquí, su vida es  como un “vía crucis” pues empieza a pasar por diferentes cárceles, comisarías, gobernación… Esperanza detalla en sus escritos los sufrimientos y torturas a las que fueron sometidas. A pesar de estas situaciones, ella intentó formar espacios de creatividad y de coraje con las otras internas  manifestando su afán de no desmayar jamás en pro de un mundo mejor y más justo.
            Las funcionarias eran a veces verdaderos verdugos y cuenta una anécdota que aparece también en “La voz dormida” de Dulce Chacón y que tenía que ver con los momentos de celebraciones religiosas o de culto, los peores, como las misas obligatorias, la Navidad… Un día de esos se empeñaron en que las presas besaran el pie del niño Jesús, Reme, una compañera de su grupo, le dio un bocado y tras una gran bronca, ya no le molestaron más con ese hecho.
            En la cárcel la dirección pretendía borrar los supuestos “desvíos” de las internas mientras que ellas deseaban, sobre todo, trabajar para redimir penas porque se les acumulaban, pero también cuidarse la salud, la dignidad y las ganas de vivir para empujar el cambio político en la España dictatorial que estaban soportando.
            Esperanza relata que cuando salió a la calle con libertad condicional, le costó mucho tiempo  adaptarse. Se encontró con un mundo que no conocía, no tenía seguridad de movimientos, le aterrorizaba el teléfono, los semáforos… Estas sensaciones solían ocurrir y a mi recuerdan al protagonista de la  novela “Un hombre” de Oriana Fallaci que, después de haber luchado tanto y estar tanto tiempo preso, al salir libre  observa que sus compañeros se han convertido al capitalismo puro y  renunciando prácticamente a aquellos periodos clandestinos donde se forjaron en los primeros años contra el fascismo.¡ Estupendo libro.! También es verdad que no es lo mismo leer un libro ahora que hace unas décadas, en plena Transición, como pasó en su momento con la película “Novecento” pues el impacto es diferente.
            Nuestra autora conoce a Manolo, también luchador contra la Dictadura y preso en la cárcel de Torrero de Zaragoza donde  se casará con él- Tienen un hijo en común, Vladimiro, y ya establecerá su hogar en la mencionada ciudad aragonesa a pesar de sus continuos viajes. A partir de ahora tendrá que presentarse periódicamente ante la Policía.
            Al final del libro realiza alguna reflexión sobre estos años de lucha violenta, deshumanizada y desigual.
-   Afirma que no se arrepiente, que volvería al punto de partida si se encontrase en la misma situación y que lamenta la cobardía de los que se incorporaron a las contrapartidas, colaboradores con las fuerzas represivas y de  guardiaciviles vestidos de paisanos, como si fueran maquis, para despistar a los masoveros que no sabían a quién atendían cuando se encontraban con ellos. Esta medida servía para ejercer una mayor represión contra los guerrilleros.
Flores en el campamento
de los maquis en Tormón
-   Piensa que la recuperación de la Memoria Histórica sigue siendo un acto de justicia. Los guerrilleros en su enfrentamiento contra el régimen franquista fueron tratados como terroristas y bandoleros y exigen el reconocimiento jurídico como luchadores en armas contra la Dictadura, en defensa del régimen democrático de la República y de las libertades: “Éramos los herederos de un Gobierno legal, derrotado pero no vencido” Es necesario denunciar la ocultación y el olvido. En este sentido hay que apuntar que ellos fueron víctimas de unos militares africanistas que - Pide cambios de la Ley de Memoria Histórica de tal manera que se contemple la anulación de los consejos de guerra y sentencias.
 -   Mientras que en Francia el colectivo guerrillero ha sido reconocido y respetado con todos sus valores en pro de la democracia y se le han dedicado calles, levantado monumentos…, en la España de la Transición ni los sucesivos gobiernos, ni la mayoría de partidos políticos, ni otras instituciones oficiales se han acordado de este movimiento a favor de la libertad.
-   Insiste Esperanza que los supervivientes, y también los ciudadanos, tenemos el deber de transmitir a las futuras generaciones estos hechos históricos y, sobre todo, la verdad de lo que ocurrió.
-    No quiere acabar su escrito y ella vuelve a insistir en el papel de las mujeres en estos acontecimientos históricos. . Las mujeres republicanas fueron el alma de la retaguardia, de los puntos de apoyo, de las labores de enlace y colaboración. Fueron las auténticas guerrilleras del llano, sin cuya labor la guerrilla propiamente dicha no hubiera sido posible. Se jugaron la vida en el abastecimiento, en la vigilancia, en la ocultación de los guerrilleros, en el socorro a los mismos, en su protección yen cuya labor muchas perdieron la vida y su juventud. Sometidas como mujeres y reprimidas como “rojas” fueron así las grandes perdedoras de la guerra civil.
-    El franquismo no pudo concebir el compromiso político femenino, especialmente si un compromiso contrario a la ideología oficial, porque supone una transgresión total del modelo de feminidad construido desde el nacional catolicismo. La mujer sumisa, reina del hogar, obediente en todo a las normas del patriarcado. La militante política es forzosamente una mujer degenerada, una prostituta cuya presencia en el monte solo se justifica como barragana de los guerrilleros.
 -   Francisco Moreno, catedrático, señala que “Esperanza Martínez tuvo, al menos, la suerte de salvar la vida, y con ello nos han salvado la Memoria, nos han salvado la historia y nos han salvado el honor y la dignidad de una lucha democrática. Que la historia y la Democracia española les den el reconocimiento que se merecen.”
-   Mercedes Yusta: “Así, el testimonio de Esperanza, que no es solo rememoración del pasado sino combate por la memoria, hace eco a la sexta Tesis de la filosofía de la historia del filósofo Walter Benjamin, que murió de desesperanza en la frontera franco-española mientras trataba de huir del acoso nazi”
Pocas personas tienen la dicha de tener escrito en su rostro la palabra dignidad.
-   Esperanza, “Sole”, Es una mujer que al aproximarte a ella, te atrae esa postura de mujer sufrida, callada, silenciada por toda una vida de sacrificio; Sientes que una viveza y una dignidad infinita llenan su alma porque “Resistir es vencer”.

-                    !!Gracias Sole,  por ser tan valiente!! 

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