“¿
Quién te cerrará los ojos tierra,
cuando
estés callada?”
José A. Labordeta
Aprovechando que este ha sido el
último libro del curso a leer en el Club
de Lectura de la UNED de Teruel, al que sabéis que pertenezco, quiero realizar
un breve resumen de él, para luego, en la tercera parte, mostraros la parte
vital del tema del libro, que consiste en ir a recorrer estos pueblo, ya medio
,o totalmente abandonados.
El mismo autor, Sergio del Molino,
sostiene que con su literatura quiere escuchar el silencio y que este ensayo
sobre la despoblación de España trata sobre todo del silencio.
Sí, el silencio que percibes cuando vas
recorriendo las aldeas, el silencio que aprecias al encontrarte con un paisano
que no te ve, pero que sabes que su
cabeza está llena de recuerdos y nostalgias, los que rumia continuamente para sentirse vivo y
no oír el ruido seco y herrumbroso de otra llave errando la puerta de
casa, al unísono que el del
traqueteo del carro arrastrando a duras penas los pocos arreos que pueda
transportar en este viaje a la idealizada ciudad, aunque en su corazón adviertan
que es un viaje metafórico a la nada y más tarde al no existir.
Luego, sí puedo afirmar que cuando
logras que salga de sus pensamientos, te va a contar todo eso que tú quieres escuchar. ¿Cómo se ha llegado a esta
situación?¿De tantos vecinos que había en el pueblo, cuántos están vigilantes
todavía aunque sea desde el camposanto? Y él te hablará y hablará porque tiene ante sí un ser
humano con el que puede conversar sobre sus pensamientos más íntimos.
“Hay
dos Españas, pero no son las de Machado. Hay una España urbana y europea,
indistinguible de cualquier sociedad urbana europea, y una España interior y
despoblada que ha llamado España vacía La comunicación entre ambas en difícil
pero la una no se entiende sin la otra”.
La confrontación entre una España rural y una
España urbana es anterior a la Revolución Industrial y a cualquier éxodo
campesino. Viene desde tiempos atávicos. Siempre ha existido desde antaño la
lucha entre el pueblo y la ciudad. La civilización frente a la barbarie, lo que
se creía más fino contra lo rústico.
Pero yo lo que me pregunto es ¿dónde está la verdad en su esencia?
Recordemos aquel “¿Qué descansada
vida la que huye del mundanal ruido y…” de Fray de Luis de León. ¿Y vuelvo a
interrogarme:¿ qué es mejor el pueblo o la ciudad?
Los habitantes de la España vacía se
sienten abandonados a su suerte. Ocupa el 53% del territorio pero solo vive el
15´8% de la población y quitando Madrid, solo hay dos ciudades a destacar:
Zaragoza y Valladolid. Sueñan con revivir, gracias a los emigrantes, pero la
España vacía nunca estuvo llena.
Soria, Zamora y Teruel ya hace
tiempo que pelean por cambiar su destino bajo los lemas “Soria, ya”, “Foro de
Zamora” y el famoso “Teruel, existe”,
grito por el que ya se le conoce en todo el mundo mundial. Movimiento ciudadano
democrático y asambleario de lo cual puedo dar fe en persona de todo ello.
Aunque ahora hay políticos que se
están dando cuenta de este problema, muchos otros les han precedido, como el
alcalde del pueblo de Aguaviva (Teruel) que viajó hasta los confines de Argentina para
negociar planes con las personas que
quisieran venir a España. Innumerables pueblos han dado trabajo y casa a
inmigrantes a cambio de niños en la escuela o la apertura del teleclub o la
tienda del pueblo.
Actualmente un grupo de profesores
de la Universidad de Zaragoza fundó el Instituto Celtiberia de Investigación y
Desarrollo Rural con sede en Teruel, integrado por las provincias de
Guadalajara, Cuenca, Teruel, Toledo, La Rioja, Burgos y el interior de
Castellón y Valencia. Zonas frías la mayoría pero con habitantes fuertes y
llenos de energía que son conscientes de que esta sangría humana hace mucho que
empezó y nadie lo remedió.
En la época de la Dictadura
franquista se hicieron políticas dirigidas a su abandono, esencialmente con la
obsesión por los pantanos en hermosos valles repletos de gente que vivían agarrados
a sus terruños, vigilantes de sus ríos y montes, fuentes inagotables de su
supervivencia, ero tuvieron que salir de sus pueblos poco a poco y en silencio
porque les faltó trabajo, los expropiaron o la misma ciudad los hizo sucumbir.
Todos hemos oído anécdotas de los
últimos habitantes de estos pueblos, o leído libros como “Tiempo de silencio”
de Martín Santos , “El disputado voto
del Sr. Cayo”, obra de Miguel Delibes llena de verdad y poesía o los “Santos
Inocentes”, “Las ratas” u otras de larga trayectoria como “La familia de Pascual
Duarte” de Cela.
Algunas de estas novelas han sido
llevadas al cine. Esta semana, por ejemplo, volvieron a pasar “El disputado
voto…” por televisión y tengo que decir que me sigue pareciendo mítica y tan emocionante como entonces, a pesar de
haber pasado décadas desde su estreno.
La España vacía está presente en los
ritos, leyendas y tradiciones domésticas
al igual que en la literatura. Por eso, dice Sergio del Molino que no es un
territorio ni un país, sino un estado
mental.
Y la obra literaria que nos llegó al alma a
toda una generación despertando nuestras conciencias fue “La lluvia amarilla”
de Julio Llamazares donde se narran las vivencias del último habitante de la
aldea de Ainielle.
También contribuyó a ello en los
años 90 del siglo pasado, la serie documental “Un país en la mochila” en la que
el protagonista, José Antonio Labordeta, con su socarronería y campechanía recorría los pueblos más perdidos
de España, extrayendo de cada uno la belleza más escondida y todo ello con un
gran respeto hacia todos los personajes con los que se encontraba, donde la pobreza y la dignidad se daban la mano, acariciados por la
poesía y autoestima, propias de su sabiduría popular y autodidactas
Sergio del Molino nos
refiere en la historia de las Hurdes, la teoría del aburrimiento, es decir, al
vivir en una zona donde no puedes dar rienda suelta a tus capacidades, tu alma
se llena de histeria y odio. Este hecho explicaría el crimen del alcalde de
Fago, los de Puerto Hurraco o el crimen de Cuenca que llevó a la pantalla Pilar
Miró.
Es lo que él llama la teoría de la
“privación sensorial”, la soledad del invierno, las largas tardes sin
conversación, la falta de esperanza…
Haciendo un recorrido por autores,
obras y diferentes proyectos y experiencias vividas a lo largo de los años,
Sergio del Molino llega a la conclusión de que “la España vacía existe,
permanece sin remedio, siendo imposible
ya llenarla. La España vacía se ha vuelto presencia en la España urbana”.
Ha hecho un ejercicio de indagación
en esa herida abierta entre dos construcciones sociales: la gran ciudad,
moderna y masificada y la desolación paisajística y demográfica de los pueblos.
En concreto, de los pueblos situados en una zona definida del interior
peninsular, que él ha denominado “La España vacía”, que está formada por
Extremadura, las dos Castillas, Aragón y La Rioja y que contrasta con la otra España,
la exterior.
Y aún se hace otra pregunta ¿es
posible que desde las capitales se vea lo rural como algo salvaje, violento y
aún sin civilizar? ¿Es, a su vez, el urbanita para los habitantes de los
pueblos alguien que ha perdido la pureza de la vida en el campo?
Podemos considerar el libro-ensayo
interesante, con la exposición de una buena ristra de datos,
con una conexión dudosa entre ellos en algún momento, que luego tú
puedes ampliar, pero a veces me ha recordado un tratado de Geografía y tal vez
algo deslavazado, perdiéndose por las ramas sin un hilo conductor.
Nos lleva desde la película “Tierra
sin pan” de Buñuel en “Las Hurdes” (sobre si su contenido es real o un montaje
parece que todavía hay dudas) hasta los Marineros de la Institución Libre de
Enseñanza en las Misiones Pedagógicas pasando por infinidad de aconteceres. Hay
momentos en los que nos abruma pero se lee rápido y se puede aconsejar como un
documento para entender mejor las dos Españas.
¡¡Demasiada
erudición quizá!!
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