En
1972 hubo unos Encuentros bajo la
apariencia de teatrales, en Pamplona, donde se colocaron por diferentes escenarios,
lo que dio lugar a risas y enfados del público, esculturas con la técnica
de un ninot fallero (muy del gusto de
los dos componentes de Crónica, ya que Rafael y Manolo son valencianos). Estas
esculturas trajeadas en gris, con bigote y gafas oscuras y a tamaño natural,
parecen casi auténticas en verdad, personajes reales y sentados, controlando cada
uno de tus movimientos y denunciando la falsa libertad que se le quería dar al
festival navarro. "Espectador de espectadores”, les denominaron.
Me
siento junto a ellos y los observo, dan
miedo.
Cómo
pudieron ponerse al servicio del poder y no junto a la gente que se dejaba la
piel por unas libertades dentro de una democracia.
Se
pretendía así mismo desvelar la cantidad de policías políticos-sociales que existían en
esos momentos de la Dictadura. ¡Sí, esos que siempre estaban en todas las
asambleas y manifestaciones de estudiantes, vistiendo de calle aunque sus gestos y actitud les traicionaran!
Más
tarde, volvieron a repetirlos pero de
dos en dos, con lo cual estas “originales figuras” han pasado a la memoria
colectiva como una representación viva de lo que fue la falta de libertad de
expresión y la gran censura que atenazó a España en esos lúgubres años.
También
simularon la técnica del ninot en más pinturas, especialmente las relacionadas
con el tema del billar. A mí la que más me impresiona de esta serie, con toda
su carga de soledad e inmovilismo, es “El bosque maravilloso”, ambientado con luces y colores propios de la
actividad pictórica pero con significado metafórico, donde el azar juega un papel importante en ambas,
en el juego y en el creativo arte de pintar, dentro de un desamparo y abandono que
hiela el alma.
El
azar y el placer son simultáneos al igual que la lucha por la vida y la lucha
contra la muerte. ¿Qué
es más difícil anímicamente, apostar por
la vida o afrontar la muerte previamente con serenidad y autoconfianza?
Atención,
antes de tomar esta decisión hay que seguir viajando por lo que falta de ver y
lo que se quiere repetir. Cumplir el anhelo de viajar para conocer y acceder a
otras culturas. Para reencontrarse consigo mismo, para escudriñar con nuestros
propios ojos que el mundo no lo puedes reducir a tu pequeño cubículo, que es
grande y rico en matices y diversidades.
Como
decía Julia Navarro una noche, allá por el comienzo del milenio:
No
importa dónde ni cómo.
La
aventura es salir de la carcasa de la cotidianidad.
Y
esto te permite también tu viaje interior.
Todos
los lugares tienen una dimensión humana cuando te acercas,
Y
los sientes tuyos.
Viajar
es salirse de la fila,
perderse
por los recovecos aunque no sean los del circuito programado.
San
Petersburgo recortada bajo la primera
luz del amanecer,
Abu
Simbel bañada bajo el sol implacable de agosto,
los frescos y acogedores despertares del
Pirineo,
la
esencia del frio y calor de la España interior,
o
las calles alegres de cualquier ciudad caribeña.
Da
lo mismo, lo importante es mirar lo que se tiene delante,
ver,
sentir…vivir
Vivir
soñando,
viajar
con los ojos abiertos.
Nosotros viajábamos siempre los cuatro juntos
y son los recuerdos más maravillosos que conservamos, porque no éramos padres e
hijos, sino que tratábamos de formar un buen equipo que sabe organizar y hacer puestas en común.
Y
aunque el lienzo al óleo de Rafael y Manolo “La habitación del hotel” nos
recordase nostálgicamente a nuestro
también querido y admirado Edward Hopper, con su aislamiento social en los
grandes páramos desiertos, pensamos y sentimos que las habitaciones las
llenábamos de risas, calor y confidencias nocturnas, las que luego tantas veces
hemos rememorado.
Cuando
ya empezaba la década de los ochenta, intentan recuperar la tensión teórica y
cerrar la polémica por la que han venido relajándose desde el comienzo de la Transición, esa que
no convenció a muchos españoles por haber cerrado en un plis-plas las cuatro
décadas de la dictadura franquista.
En el 81, Solbes muere
y Manolo Valdés continúa con lo que estaban haciendo en esos momentos pero
luego se separa de la trama que llevaba el Equipo Crónica para proseguir su
itinerario individual con proyectos totalmente diferentes.
Por
ejemplo, a mí me parece maravillosa la
“Dama Ibérica” con sus 18 m. de altura, realizada ya, solo, por Valdés y situada en una rotonda de la Avenida de las
Cortes valencianas. Elaborada con 22.000 piezas azules como el Mediterráneo, donde cada
una, de 20 cm. en gres cerámico, reproduce a escala el conjunto, obra del
también artista Manuel Martín, que trabajó codo a codo con el autor principal y
montadas sobre una estructura metálica enorme. Con unos cambios en diferentes
azules a lo largo del día según el sol la refleje, que a una le da ganas de
llevarse los bocatas de “sobaquillo” muy típicos de la zona levantina e ir
tomando las diversas panorámicas en
sus 24 horas. Ja, ja ja,ja…
Sé
que en su momento fue también muy cuestionada, pero estéticamente es una joya
artística que ahí quedará para que la futuras generaciones no olviden a estos
magos del Pop-Art, paisanos suyos. Manolo Valdés la donó a la ciudad como una
esfinge egipcia, expresión de su nuevo lenguaje plástico. (El País-13-2-2007)
De una atacada he leído las cinco últimas entradas, las emociones se agolpan en mi cabeza y es que no estamos acostumbrados a tanta franqueza. Me siento torpe al escribirte supongo que por esos tortazos de realidad que salpican estas entradas. Desde mi humildad me atrevo a decirte que me ha gustado mucho. Un abrazo, Dámaso.
ResponderEliminarSigo leyéndote cada día. No tengo palabras para expresar las emociones que me envuelven.Sigues siendo admirable, valiente como nadie, inteligente.... ejemplo de lucha...cuantas cosas te diría ....con todo cariño.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.. a ti y a los tuyos..Pilar