FB- ¿Y tú que cómo crees que te has batido?
C.- No he tenido mucha elección en este campo, pero como he oído a menudo, es verdad que no se puede evitar el viento pero sí construir molinos para doblegarlo y encaminarlo. Y en ocasiones he construido molinos contra gigantes. Y sí, sinceramente, te diré que he luchado por muchas causas, casi siempre altruistamente y en muchos frentes diferentes. Además ahí seguiré…
A veces creo que somos como viajeros agonizantes del crucero Utopía cruzándonos por senderos. Mira, ¿ que si no existiese la Utopía…? ¿Qué nos haría soñar? Hemos corrido tras ella tantas veces sin alcanzarla!
FB.- Si no llegas a tocar la cumbre, igual da, la Utopía, no es una derrota. Haber estado cerca ya te ha dado la oportunidad de aprender y la experiencia para seguir en la brecha.C.- ¡Pero qué filosófico estás! Alguien viendo tus obras diría que eres duro como un pedernal. Pero eres el actor de la disolución del cuerpo, de la percepción de los límites confusos. Y yo creo que por encima y como estandarte, llevas el espíritu de la vida.
FB- Grave error quien piense en mi frialdad diseccionadora. Fui sensibilidad pura, de ahí mi amargura, mi desorientación vital, cayendo en manos que no siempre me apoyaron mientras yo vivenciaba cada vez más la sensación espantosa del implacable paso del tiempo y de mi misma muerte.
C.- Esto que ves ¿lo ves? ¿Estoy o no contigo?
Me cuesta conectar mis neuronas con la localización de las zonas corpóreas, pero sigo tumbada, inmóvil en el silencio que enreda los vasos sanguíneos expandidos y que a veces interfiere con el flujo normal de la sangre en el cerebro, sangrando incluso.
Me informaron que estos fogonazos no eliminan el tumor, sino que van produciendo daño en el ADN de las células cancerosas para que pierdan capacidad de reproducirse.
FB.- Carmen, querría representar de una forma poética tu carne abierta para mostrar tu mente libre, creando una vertiginosa e inolvidable sensación de espacio en movimiento, en torno a ti.
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